- Cuanto tiempo sin pasar por aquí.
- Sí, y tuvimos un inédito en el libro.
- Ya, pero esto es diferente, aquí nos crearon.
- ¿Y qué me dices del título?
- Pues… ni idea. Mira, supongo que esos somos nosotros de jóvenes.
Y un par de chavales parecidos a ellos pasaron a su lado. Claramente eran una versión joven de los protagonistas. Una vez pasaron de largo, los cuatro volvieron la cabeza y se miraron. Se reconocieron.
Unos altos, otros bajitos. Unos preocupados, otros despreocupados. Unos listos, otros inteligentes. Parece mentira cómo el tiempo te lleva de un extremo a otro.
- ¿De qué estaríamos hablando de jóvenes?
- De qué sería de nosotros cuando fuésemos mayores.
- Les habremos impactado.
- Desilusionado tal vez. Han visto su futuro. Seguimos juntándonos, hablando. Y físicamente, no hemos cambiado tanto.
- Yo ahora estoy más delgado. Y tú más fuerte.
- También antes éramos más bajitos.
- Y ahora tocamos el cielo.
- O el cielo se nos cae encima.
No era la primera vez que les llovía. Ya les llovieron palabras una vez, causando que unos caracoles se les subiesen por las piernas. Pero esta vez no había caracoles. Sólo sus versiones menos mayores corriendo a refugiarse.
Si supiesen que de mayores iban a tener que soportar lluvias peores.
- ¿Nosotros no nos refugiamos?
- Sólo es agua.
- Eso no pensábamos antes.
- ¿Quieres volver a atrás o qué?
- Pues hombre, se nos ve felices.
Y ahí estaban ellos. Felices. En un soportal, riendo y señalando los charcos en los que algún día tendrían que saltar para saber que no todo en la vida es agradable y que lo malo te cala hasta las rodillas. A no ser que sepas huir de los problemas. La lluvia siempre es la solución, porque te hace correr a sitios seguros. Si te quedas mucho tiempo bajo ella, enfermas.
- Yo tengo la peor enfermedad de todas.
- ¿Cuál?
- La vida. Es de nacimiento, y no creo que me cure. Es mortal.
- No me jodas.
- En serio, es un virus que se contagia muy fácilmente de padres a hijos. Seguramente tú también la tengas.
- Pues seguro. Ahora ya seré consciente de ella para siempre.
- Mira, tuvimos un tiempo en el que no nos preocupaba.
Y se echaron un último vistazo en el espejo del tiempo.