lunes, 23 de diciembre de 2013

Navidad.

     Se despertó antes de que sonase el despertador, eran las 6:04. Últimamente dormía fatal, la cabeza de Manuel tenía cosas más importantes en que pensar que en el sueño. Facturas y números se acumulaban en su cabeza, haciendo cuentas imposibles para dar de comer a su familia. Su familia que valía más que cualquier riqueza, pero a la que no podía mantener sin parte de la gran riqueza de alguien. Se acercaba, además, la navidad, lo que supondría más gastos extra. A todo esto le estaba dando vueltas en la cabeza cuando se dio cuenta de que ya no se iba a volver a dormir, así que se levantó. Antes de salir del cuarto, echó una mirada a su mujer, Cristina, que dormía plácidamente, arropada hasta arriba en ese invierno que asolaba la ciudad, como todos los diciembres. La despidieron hace poco del trabajo, no era un gran trabajo, era ayudante en el comedor de un colegio, pero empezó a sobrar gente, y ahora engrosa las filas del paro. Al menos era una ayuda más.

     Dejó preparándose un café, y mientras se hacía, se preparó para ir al trabajo. Estaba lloviendo, no sería un buen día sobre el andamio. La cafetera hacía mucho ruido, así que fue a cerrar las puertas de las habitaciones de sus hijas. La mayor, Victoria, acababa de empezar la carrera de derecho, lo que le hacía sentirse orgulloso. Esperaba que le concediesen una beca, si no, no sabía cómo iba a hacer frente a los gastos, matrícula, fotocopias, manuales jurídicos... . Su hija pequeña, Mónica, tenía 6 años, y según ella era la más lista de la clase. Escucharla siempre le hacía sonreír. Se tomó el café y se dirigió al metro.

     Se preguntaba si todas las personas que iban en el metro tenían las mismas preocupaciones que él, o incluso otras, pero preocupaciones al fin y al cabo. El invierno gris deprimía a la gente, y eso que ya había luces de navidad por todos los lados. Anuncios de juguetes atiborraban televisiones y revistas. Un ordenador nuevo para Victoria, Una casa y un coche de Barbie para Mónica, y nada para Cristina, y nada para Manuel. Todo lo que podía conseguir era para sus hijas, para que se levantasen el 6 de enero con ilusión. Eso le recordó que les había prometido decorar la casa este fin de semana. Seguramente todas las personas del vagón tendrían árboles de navidad y familias con las que decorarlo. Eso le animó un poco. Fuera del metro, en la calle, hacía muchísimo frío, con suerte podría llevar los guantes en el andamio. Del forro polar no se iba a deshacer, así que esperaba no sufrir mucho. El mayor impedimento iba a ser la lluvia. Un día como ese, trabajar en la construcción era casi tan horroroso como ser soldado y estar destinado en un lugar donde hay guerra. Gotas como balas, frío como ondas expansivas. Pitidos de coches como gritos de gente a punto de morir... . Pero tenía trabajo en una época en la que es casi una bendición tenerlo, y también tenía una familia con la que había sido bendecido. Todo es por ellos.

     …

     Cristina movía los muebles para poder limpiar a fondo. Con tanto tiempo libre, era lo único que podía hacer, dejar la casa reluciente. De vez en cuando paraba y miraba por la ventana. Pensaba en lo que debía estar sufriendo su marido, a nosecuantos metros de altura, con ese frio y esa lluvia terrible, mientras ella estaba en casa, con una estufa que le hacía más soportable el hecho de estar encerrada. Cuando terminaba de limpiar, se conectaba a internet para buscar trabajo, a enviar correos y currículos, con poco o ningún resultado. Realmente son tiempos difíciles.

     Sonó el teléfono.

     -¿Diga?
     -...

     Se le cayó el teléfono al suelo. No supo qué hacer. Nadie está preparado para estas cosas. Sólo pudo llorar y pensar. ¿De verdad iba algo o alguien permitir que una buena familia se quedase huérfana de sustento? ¿De verdad se puede llevar la vida de un hombre honrado, joven, que lo único que hacía era trabajar por el bien de su familia? ¿Por qué el mundo a veces es tan pequeño que te aprieta el pecho? ¿Por qué se tuvo que subir Manuel a ese andamio que resbalaba tanto por la maldita lluvia? ¿Por qué estas no iban a ser unas felices navidades? ¿Por qué?




PD: He vuelto. Antes que nada, desearos a los que os pasáis por aquí unas felices fiestas, un feliz año nuevo y esas cosas. También quería deciros que aunque esta entrada no es muy feliz, es muy... en la línea de siempre, volverán los textos alegres, si es que alguna vez estuvieron aquí. En el 2014 nos veremos con infidelidades oníricas, amores del sur, más amores en época de reconquista, puede que Máximo vuelva, con historias del rock y sobre todo, con mucho sentimiento, Un abrazo.

miércoles, 30 de octubre de 2013

Odi et amo.

Lectoreeeeeeeeees! Que sé que los hay. Con esta entrada tan especial para mí, quiero dar a entender que cierro ciclo. No quiero volver a pasar por aquí, y si lo hago, que sea dentro de algún tiempo. La próxima actualización no tiene fecha, incluso puede que pasen meses, esto es así, hay que reposar. Puede que hasta cierre el blog y abra otro nuevo, con otro nombre, dispuesto a empezar una vida nueva lejos de las dos chicas que han elevado este blog desde lo más bajo de sus instintos. Sea como fuere, seréis informados por algún canal. Dicho esto, hasta la próxima (dentro de dos semanas, tres meses, puede que un año...). Leed, y como siempre, comentad, guapérrimos!

Si fuese el cielo te cerraría las puertas
pese a todas las veces que te abriste de piernas.
Nos empeñamos en hacer del otoño algo que no es,
no están tan sucios los charcos bajo nuestros pies.

Ahora, que tengo ganas de ser feliz
no quiero tener nada bonito de ti.
No quiero tus fotos, ni tus recuerdos,
ni labios vacíos, ni ojos que miren de lleno.

Espero que sus besos te sepan a veneno,
y que tanto tú como él acabéis muertos.
Siento mucho decir todo esto pero
es que te odio tanto como te quiero.

Devuélveme la bandera que planté en tu cama
colonizando con guerra lo que estuvo en calma,
enemigo invasor el que ha borrado mi olor,
boicoteo a las pasiones que matan al amor.

Habito mi grito en tierras del silencio,
mi canto alegre a la vez que te pierdo.
No queda rastro de tu persona en mis manos,
y ahora estoy dispuesto a llevarlas colgando.

Espero que sus besos te sepan a veneno,
y que tanto tú como él acabéis muertos.
Siento mucho decir todo esto pero
es que te odio tanto como te quiero

Odio y amo. Quizás te preguntes "¿cómo es posible?",
no lo sé, pero siento que así ocurre, y me torturo.
La pluma negra mata al reloj, se vuelve invisible,
y vives tú sola, Lesbia mía, sin ningún Catulo.

Quiero meter nuestros buenos momentos en un saco
con peluches sin ojos y muñecas sin brazos,
tirarlo al vacío, que lloren todas las farolas
que vieron que tu lengua nunca estuvo sola.

Espero que sus besos desencadenen la guerra,
y que ninguno sea capaz de quererte como yo quisiera.
Siento decir que han escapado los perros de la perrera,
pero les he dado tu cuello para que te muerdan.

Y las manecillas de mi reloj son manillas de puertas abiertas,
que con la ventana cerrada no suena el rumor de tu feria.
Mientras, yo coso a ciegas los trozos de ceniza de mi corazón,
que se me cayó al suelo, pero sin romperse se despedazó.

Esputo y toso estos versos que me salen torcidos.
Yo, que llevo en la piel que fuimos infinitos.
Entre tus brazos escribí el cuento de nunca acabar,
yo puse las comas y otro poeta el punto y final.

Espero y deseo que sus besos sean de mentira,
y si son de verdad, que se os vuele la vida.
Siento que gane tu felicidad a costa de la mía,
pero lo que el amor te da, el amor te lo quita.

Debajo de la nieve sólo hay más nieve
en este alud que nada ni nadie detiene.
Y me encontré sorpresas al bajar la cremallera
del alma marchita que vive en mi cabeza.

Espero y deseo que sus besos te sepan a veneno,
y que tanto él, y sobre todo tú, acabéis muertos.
Siento mucho escribir todo esto pero
odi et amo en cada letra de cada verso.



viernes, 25 de octubre de 2013

Puta [Fragmento].

No sé si es buena idea actualizar un viernes por la noche, mientras todos están de fiesta y esta entrada pasará al olvido sin visitas, pero... joder, tenía ganas de actualizar. Este relato es un poco más largo, por lo que aquí sólo publicaré un fragmento. Si lo queréis leer entero, tranquilos, estoy preparando mi segunda recopilación de relatos y poemas en la cual estará incluido, la primera ya sabéis, Verde y Amapolas, la podéis conseguir gratis pidiéndomela. Buenas y sangrientas noches. 

     Estaba bien atada a la cama. No opuso resistencia. También le vendé los ojos. Estaba nerviosa, pero confiada. Se mordía el labio inferior. La empecé a masturbar. Abrí otro de los cajones y saqué un cuchillo. Ella preguntó qué estaba haciendo, pero todo era una sorpresa. Introduje el mango del cuchillo en su coño y lo moví para darla placer. Tuve cuidado de no cortarme a mi. Entre gritos ella preguntaba qué era aquello. Lo saqué y lo apoyé contra su vientre.

     -¿Tiene algo de metal? ¿Qué es?
     -Nada, un cuchillo.
     -¿Estás loco? -y ahora si forcejeó.
     -Un poco. Tranquila -me giré y sonreí a la cámara-. Cambiamos de extremo.

     Esta vez le metí la parte de acero por el coño. Quiero decir, que se lo rajé a la muy puta. Ella gritaba, pero no como antes, sino de dolor. Mientras yo movía el cuchillo y todas las sábanas se llenaban de sangre. El cuchillo estaba muy afilado y su piel era tierna, así que era fácil cortar, y más cuando la raja principal ya estaba hecha. Ahora era yo el que gritaba y reía. Y me mordía el labio de abajo. Ella sólo gritaba que parase, y hasta lloraba.

     -¡Cállate puta! ¡Luego el que tiene que limpiar esta mierda soy yo! -y hundí el cuchillo todo lo que pude. Me serené y miré a la cámara-. Ya volveremos a la parte de abajo más adelante, o no -y sonreí

     Desaparecí un momento de la habitación y volví. Traía un cutter. La chica estaba sollozando y diciendo cosas que nadie sería capaz de entender. Pedí que se tranquilizase y sequé las lágrimas que caían por debajo del pañuelo. Sin pensármelo, lamí el filo del cutter, y acto seguido le rebané el pezón derecho.

     -Hay que darle sabor -dije, y me fui a la cocina.
     
     Volví con un limón cortado por la mitad, y puse una de las mitades donde antes había estado el pezón. Delicioso. Hice lo mismo con el pezón izquierdo. Intenté sofocar su escozor besándola. Estaba salada, imagino que por las lágrimas. Estábamos empapados en sangre, tumbados en una cama. ¿Podía existir algo mejor? Mi erguí y miré a la cama. Sonreí y me empecé a masturbar mientras manoseaba ese cuerpo húmedo y sangrante. Terminé. Le quité la venda. La puta estaba más pálida que antes.

     -¿Que tal? -pregunté.
     -Por... favor.. déjame... por fa... - casi no podía ni hablar.

     Eso era tan triste que tenía que ayudarla. La saqué el cuchillo del coño y lo lamí. Después le abrí la boca y agarré su lengua. Estaba tan resbaladiza que era casi imposible sujetarla. Pero pude, y con el cuchillo le rebané la lengua. Volví a la cocina a por algo de vinagre, por si la chica tenía sed. Estaba disfrutando como un enano, y mis risas ante las cámaras sólo eran sobrepasadas por los gritos de dolor de la chica, que ahora ya apenas articulaba algo. Solo esputaba sangre y vinagre. Tenía aún un cuerpo entero a mi disposición, y tenía que aprovechar antes de que muriese, o dejaría de ser divertido. Fui al salón (por cierto, era un placer andar desnudo por la casa), y cogí dos cuencos. En uno eché sal y en el otro cola. Cogí una caja de agujas, y una por una las fui sumergiendo en el cuenco de la cola y luego las pasaba por la sal, como si de rebozar se tratase. Iba con cuidado porque no quería manchar mi preciada mesita de centro de salón.

     -Traigo una sorpresita para ti, monada -y enseñé a las cámaras las agujas saladas. Ella no podía hablar, se limitó a girar la cabeza, sin ver, hacia el lugar donde sonó mi voz. Claramente estaba asustada.

     Le fui clavando las agujas donde me apetecía, como entre las uñas y los dedos, en las mejillas, atravesando las rodajas de limón de los pechos, en las ingles... donde yo pensaba que le iban a doler. El dolor es salud. Las dos últimas fueron a parar a los ojos a través de la venda de seda. La sangre empezó a salir por debajo, corriendo por su cara. Me sorprendió que la chica no gritase, sino que simplemente sollozaba. Era una fémina fuerte.



domingo, 20 de octubre de 2013

Hey Chems/Esta chica.

Ella me canta, como una Paul McCartney de manual, pero mejorando, nunca copiando, versionando.

Hey Chems, no lo hagas mal
Tu canción triste, es la mejor
Recuerda que está hecha de corazón
Así que puedes empezar a mejorar

Hey Chems, no tengas miedo
Existes porque así lo quisieron
La sientes dentro de tu cuerpo
Así que empieza algo nuevo

Y siempre que te duela,
Hey Chems, recuerda
Que no pese sólo en tus hombros
Ya sabes que es más tonto
Quien no se emociona
Y vive en su mundo frío y solo.

Hey Chems, que no sea una decepción
Después de buscar, ve y cógela
Recuerda, que entre a tu corazón
Así puedes empezar a mejorar

Así que déjala entrar
Hey Chems, y empieza
Estás esperando a otra persona
Y no sabes que esa persona eres tú
Hey Chems, lo harás tú
Lo que necesitas es fuerza

Hey Chems, no lo hagas mal
Esta canción triste, es la mejor
Recuerda, que ha llegado al corazón
Así que puedas empezar a mejorarla
A mejorarla, Hey Chems, eres tú…

Na, na, na, na, na, na… Hey Chems…

Después de su tarareo, le contesté.

Esta chica se ha convertido en mi sol
Y si no sale, ¿acaso es menos ocaso?
¿O menos la primavera sin una flor?
Yo por si acaso, la guardo en un jarrón

Se ríe cuando llora, y llora a todas horas
Llora cuando está sola, y si está conmigo
Ríe y llora porque no le importa
Y borra los días que se han perdido

Esta chica es mi gran amiga
Si no estuviera, los pájaros no vuelan
El tiempo no se pasa, o pasa tan deprisa
Que no nos espera, y se nos va la vida

Se emociona porque no es tonta
Le brilla la sonrisa tan llena de tristeza
Me anima hasta en la sombra
Y si la nombran empieza una guerra

Esta chica tiene sus tormentos
Y si no sufre, no puede distinguir
El mal de otros sentimientos
Ha aprendido a vivir con remordimientos

No tiene nada que hacer
Se divierte viendo la lluvia
Esta chica no tiene nada que perder
Y si lo tenía, esperaba y no volvía

Esta chica me cuenta su pasado
Y es tan malo, que hasta me hace daño
Quiere vivir tanto como yo la quiero
Sabe que lo que va a venir es algo más que negro

Si quiero hablar se sabe las palabras
Esta chica es ideal, por eso es mi amiga
Se pone de espaldas al saltar
Pero nunca me tira

Esta chica lanzó una moneda arriba
Va a decidir si sigue viva
La cara es la vida, la cruz se la quita
Cayó de canto y se quedó dormida

Va a correr contracorriente
Para llegar a ningún lado
Se va a sacar todos los dientes
Si no sonríe no hay daño.

domingo, 13 de octubre de 2013

Máximo se enamora.

     Estaba en Manuel Becerra, esperando al metro. A esas horas de la mañana siempre hay mucha gente. Sonaba Paloma, de Calamaro en mi iPod. Llegó el metro y entré, encontrar sitio era difícil, así que me quedé de pie, apoyado en la puerta. Entonces le vi entrar. Supongo que a todos nos llamó la atención, pero ya estamos acostumbrados. Supe que se llamaba Máximo por una identificación que llevaba en la camisa. Una camisa de cuadros azules, abrochada hasta arriba. La llevaba por dentro de unos pantalones marrones, de esos tan clásicos y tan de moda. El pelo, peinado con la raya al lado, tal y como le habría enseñado su madre. Llevaba una mochila negra. Tenía ese brillo de inocencia en los ojos que solía tener la gente como él.

     Máximo también nos miró a todos. No le dimos importancia. Yo observé con atención, haciendo caso omiso a Andrés y su piano. El chico se había quedado mirando a una chica con el pelo morado. Supuse que serían cosas que llaman la atención en el metro. La chica era guapa, sí, y además, no le importaba que Máximo no le quitase el ojo de encima. Él se bajó en Nuevos Ministerios, e hizo algo que sorprendió a la gente, se despidió sonriendo. Muchas personas no le devolvieron la despedida, yo me limité a sonreír, escuchando otra canción. Ella, la del pelo morado, se bajó en Cuatro Caminos.


     Otro día más. La misma gente en el metro. La fin, de Nacho Vegas, me deprimía de camino a clase. Pero siempre surge algo en el metro que te hace sonreír. Allí estaba Máximo, como siempre. Me caía bien, y ni le conocía. Y no estaba solo, también se reunió con nosotros la chica del pelo morado. Máximo la saludó con alegría. Estaba claro que le gustaba. La chica, siempre agradable, le devolvió el saludo. Visto desde fuera, parecía raro. La gente se dio cuenta. Tal vez estábamos ante uno de esos romances de Metro tan famosos.


     Ese día ya estaba ansioso por ver como seguía la historia. Llegué a Manuel Becerra a la hora de siempre, y allí estaban los dos. No hablaban. Máximo se reservaba el saludo para cuando entraba al vagón, y miraba a todo el mundo sonriendo. Dentro, la chica del pelo morado se apoyó contra la puerta, a mi lado. Hoy tendría historia de amor pegada a mí.

     -Eres muy guapa –dijo Máximo a la chica. Y le sonrió y le dio un papel. ¿Qué diablos sería? Yo me preguntaba esto mientras Kutxi Romero se preguntaba por qué ella ya no salía a volar, en Corazón de mimbre.
     -Gracias –ella también sonrió y cogió el papel. Cuando me di cuenta, todos estaban mirando la escena. Unos sonriendo, contemplando la magia. Otros observaban de manera extraña. Como si les molestase eso. Yo lo entendía, más de uno pensaría que es una aberración. Que esas cosas no deberían pasar, que se tendría que evitar la socialización de ciertas personas. Yo pienso que el amor es la cosa más inculta del mundo, y que no entiende de edades, de razas, de clases sociales ni mierdas de esas. Simplemente es amor. Y estoy seguro de que amor era lo que había escrito en ese papel. Eché un vistazo por encima del hombro de la chica.

Eres guapa, eres preciosa
Hueles como un jardín de rosas
Me gusta tu sonrisa
Porque no tiene prisa
Me gusta verte por las mañanas
Me alegras la mirada.

     Simple y bonito. A Máximo no se le podía pedir más. Para alguien como él, es perfecto. Máximo se iba a bajar, la chica del pelo morado le dio un beso en la mejilla. Máximo iba a estar contento todo el día.


     El cuarto día. Máximo estaba pletórico en el andén. Saludaba antes de entrar y decía “Eres mi amigo” a todo el mundo. Yo le sonreí, le contesté que él también era mi amigo, y le di un golpecito en el hombro. Estas son las personas que da gusto encontrarse. Llegó el metro, y la chica del pelo morado no aparecía. Máximo cambió su sonrisa por una expresión torpe de tristeza. Entró en el metro, seguramente pensando que ese día sería un poco peor. Justo cuando se cerraban las puertas, la chica del pelo morado apareció en el andén. Miró a Máximo con cara de tristeza. Máximo gritó y dio un golpe a la puerta. La gente le miró raro, como a un monstruo. Se asustan por los sentimientos, se asustan de lo distinto. Máximo se bajó en la siguiente parada, para esperar a la chica. Me hubiese gustado bajarme y ver cómo sigue la historia, pero Noel estaba cantando If I had a gun, y eso también era bonito.


     Ya es martes. Ha pasado una semana entera desde el inicio de la historia. Era de las pocas veces que tenía ganas de ir a clase. Máximo llevaba la misma ropa que el martes pasado, pero lo que más me sorprendió es que llevaba una flor. Llegó el metro, y la chica del pelo morado llegó por los pelos.

     -Para ti –y le tendió la Orquídea.
     -Gracias –sonrisa por parte de la chica y beso en la mejilla.

     Y como siempre, la gente que miraba desde detrás de su 20 minutos, pensando en las barbaridades del mundo. No sé si porque la chica llevaba el pelo morado, como rebelándose contra la sociedad de lo formal, o tal vez mirando la escena pensando que un chico con Síndrome de Down como Máximo no debería poder enamorarse. A mí, en cambio, me parece perfecto, me parece hermoso, me parece cojonudo. No sé como acabará la historia, pero espero seguir viéndola a diario y, tal vez, contarla por aquí. Vega canta La conjura de los necios en mis auriculares, y Máximo se tiene que bajar.


lunes, 7 de octubre de 2013

Me llaman río.

Bueno, queridos lectores, sé que dije que iba a intentar no escribir sobre ella, y bueno, más o menos lo he conseguido, porque lo siguiente no es sobre ella, es sobre mi... sin ella. Me ha costado escribirlo, creo que es largo, y podría haberlo sido más, pero tuve que parar, no es cuestión de aburrir al personal con mis idas de olla, y aquí se me ha ido demasiado, tanto, que hasta está dividido en unas cuatro partes, bien separadas entre sí. Espero que os guste, de verdad, y también espero que dejéis algún comentario, que siempre hace ilusión. 


Qué frágil y pequeño eres, me dice el espejo
Cada vez que me veo, pero no me siento
Empiezo a echar de menos tus ojos risueños
Me dice el reflejo, pero no le creo
Tal vez saltar desde el balcón sea buena opción
Para ver si llego lejos, lejos de los sueños

Dormir solo es imposible con estos recuerdos
Si los ojos cierro, pero yo lo intento
Soñar con pinchos de alambrada ya era un infierno
Me dice la almohada, pero me hago el necio
Tal vez tiznar tus besos ayude a avanzar
Para irme lejos, lejos de tus momentos

Me llaman río porque nunca retrocedo
Y no es porque no quiero
Es la historia del hombre pordiosero
Que pidió limosna y le dieron amor
Y el pobre se conformó
Qué le voy a hacer, así soy yo

Ya tengo unos cuantos años, y todos de daño
Es porque te amo, pero yo lo aguanto
Se cura el dolor tomando un par de tragos
Para superarlo, pero no lograrlo
Tal vez si abro la ventana entrará un mañana
Que me lleve lejos, lejos de tus hadas

Esto es como correr sólo para retroceder
Cada vez que huyo, pero es que soy tuyo
Las gafas no me ayudan a ver, sigo como ayer
Qué perro futuro, si no estamos juntos
Tal vez quitarme el corazón sea una buena opción
Y tirarlo lejos, lejos de tus paseos

Me llaman río porque nunca retrocedo
Y no es porque no quiero
Es la tragedia del amante muerto
Que se ahorcó en una viga
Y el pobre en la otra vida
Encontró a la que no fue su amiga


Soy el río que quiere vadear
Las partes fangosas de tu piojal
Y darle a los juncos de beber
Que se pongan tiesos al verme correr
Y hacer como hace la vida
Que al llegar al mar todo se termina

Soy el río que quiere regar
Todos los zarzales de tu matorral
Y hacer que se oxiden los cerrojos
De los baúles que guardan los enojos
Y aunque rueguen, no dejarlos salir
Que se pongan gallardos si quieren morir

Soy el río que quiere limpiar
Tus bragas, tu carita y tu lunar
Y que te bañes en mí desnuda
Humedecerte hasta la cintura
Y hacer como que aún no te he olvidado
Este mundo sucio no me ha dejado

Soy el río que hay que cruzar
Para llegar al otro lado del mal
Yo sigo estando en medio
Ni tan malo ni tan bueno
Y hacer como que sigo llorando
Y que nadie lo note porque voy mojado


Hay días que voy de crecida
Porque te he echado de menos
Hay días que estoy de sequía
Porque he llovido por dentro

Hay días que soy un asesino
Porque mato a los peces
Hay días que no soy un río
Pero doy de beber a las especies

Pero me llaman río
Porque nunca retrocedo
Lo malo es que te vienes conmigo
La corriente arrastra tu recuerdo

Y como río veo la vida pasar
A veces mariposas, a veces un panal
A veces te quiero, a veces es normal
Pero me llaman río, nunca vuelvo hacia atrás

Y mira que quiero mojar tus dedos
Y mira que triste, que ya no existes
Y mira que pesar, me quiero secar
Y mira que bien, hoy te vuelvo a ver


Trastabillar y caer otra vez en lo mismo
Subir escaleras, no llegar a ningún sitio
Quiero correr por tus piernas
Sabiendo que existe la vida eterna
Que te lleven de mi parte pasifloras
Escribo en la nota “siéntete sola”
Quiero que llores a ratos
Sabiendo que existe el daño
Remar por el agua fría y oscura
Y que refleje tu piel de luna
Quiero no querer quererte tanto
Sabiendo los besos que vas regalando
No he sabido volverme loco
Aceptar esta pena me sabe a poco
Quiero tachar los días del calendario
Sabiendo que no todos sean de marzo
Contar tus lunares y darte la mano
Me parece ya algo tan lejano
Quiero saber que voy a ser feliz
Sabiendo que puedo serlo sin ti
Los buitres ya saben que me has matado
Les escucho repartirse mis manos
Quiero que leas lo que te escribo
Quiero que oigas lo que te digo
Quiero que huelas mi cuello
Quiero que beses mi cuerpo
Quiero tocarte entera
Abrazarte y decirte
Que si tú me dejas
Prefiero morirme

Me llaman río porque nunca retrocedo
Y no es porque no quiero
Es la tragedia del amante aventurero
Que buscando un tesoro con una criba
Dentro de un río se encontró tu risa
Y lo que antes era causa de su sueño
Ahora lo es de sus pesadillas.

jueves, 3 de octubre de 2013

Peras y ciruelas.

     Hay una pobre chica. Pobre porque lo digo yo, que soy el escritor. ¿Os da pena? Bueno, ya decidiré a lo largo del relato si hago que sea feliz o no. Comencemos.

     Como nuestro amigo de plátanos y albaricoques, esta pobre chica quiere salir a dar un paseo. Me apetece que se vista con algo sencillito, le dejo elegir a ella, aunque esos calcetines negros y morados que tiene en la mano no me gustan. Esperemos que no se le vean. ¿Esa camiseta? Buah, en qué hora la he dejado escoger, pero bueno, aún así va mona la chica.

     -¡Qué día tan estupendo! Me encantan los otoños grises, en los que el ambiente está tan húmedo que aunque pises las hojas del suelo, no crujen porque están mojaditas. Menos mal que he cogido la rebeca –dijo al notar que hacía algo de fresco. Y no es cosa mía eh, recordad que es otoño y que le gusta.

     Se encuentra al salir de su casa con un gato negro, pero le hago no creer en las supersticiones, así que sigue contenta su paseo. El gato la empieza a seguir. A ella no le molesta.

     -¿Quieres que vayamos a pasear al acantilado? –le preguntó al gato. Supongo, y gracias a mí mismo, que deben estar en algún sitio del norte de España, nublado, campo, acantilados… No está mal. A ver cómo sigo.

     Cuando llegaron, en menos de una línea, el paisaje que se encontraron era precioso. El inmenso cielo gris se bebía el mar de color azul oscuro, casi negro. No había nada reflejado en el. Y ese silencio, increíble, sólo roto por el crujir de las olas contra las rocas del acantilado. Paseó nuestra amiga por el borde, tratando de no tropezarse con el gato que se metía jugueteando entre sus pies. Las gaviotas se escuchaban, pero no se veían. Ella sabía que había una especie de puerto pequeño por ahí cerca. O eso escribí. También escribí que tuviese hambre.

     -¡Qué hambre tengo señor gato! –dijo, dándome la razón.
     -Ahí hay una caseta, cerca del puerto, seguro que hay comida –dijo el gato.
     -¿Puedes hablar? –no sé de qué se asombraba tanto, esto es sólo ficción.
     -Y no sólo puedo hablar, sino que soy una representación del escritor, a partir de ahora hablaré por él. Dice que si queremos tomar algo, vayamos a la caseta.

     Seguí a la chica hasta la caseta. Estaba cerca del puerto, pero no tan cerca, no sé si me explico. Estaba como encima de una montañita, cerca de un faro. Espero que dejen entrar animales.

     Dejan, y menos mal porque la humedad me está matando.

     -Hola, ¿qué tienen para comer aquí? –preguntó la chica a la vieja tendera.
     -Pues verás, teníamos muchas cosas, especialidad en pescados, pero me ha dicho el gato ese que sólo tenemos peras fritas y ciruelas estofadas. Además, te contaré la vieja historia de los amantes del faro.
     -Venga una ciruela de esas –pidió la chica. Yo me senté a escuchar lo que iba a escribir que iba a decir la señora.
     -Toma –le alcanzó una ciruela, y a mí, aunque no pedí nada, me dio otra, qué asco-. Verás, hace un tiempo hubo una pareja, feliz como la que más. Se querían tanto, que él a ella le regaló un faro, faro de guía, alto, muy alto. Para iluminar todo el mar y que le hiciese ver la inmensidad de su amor. Ambos se instalaron allí. Allí, juntos, pasaron mucho tiempo, además de ayudar a todos los barcos que venían. Eran buenos tiempos.
     -¿Eran? –preguntó la chica. Mierda, al final me he ido a lo que me he ido. Empecé a mirar mal a la vieja y a la chica. Saqué mis uñas, por si acaso. No se dieron cuenta.
     -Sí, mira, asómate al puerto, y dime, ¿qué ves?

     Se levantó mi amiga de la silla y se dirigió a la ventana. Apartó la raída cortina y echó un vistazo. Sólo vio restos de barcos, y lo más sorprendente es que ninguno estaba en el puerto, sino dentro del mar, hechos pedazos, saliendo mástiles y tablones del agua, como alguien a medio enterrar con los brazos fuera. Como pidiendo auxilio. Como no queriendo hundirse en ese frío y solitario mar.

     -¿Qué pasó?
     -El faro se fundió…

     Mierda, me fui de la lengua. Mi lengua de lija. No tuve más remedio que lanzarme contra la señora y matarla a arañazos, que para eso era creación mía. La chica, asustada, salió corriendo hacia el acantilado. Corrí tras ella con mis cuatro patas. No tuve que correr mucho, simplemente escribir que se tropezase y cayese acantilado abajo, contra las rocas, entre restos de barcos. Me asomé y lo único que vi fue su brazo pidiendo socorro, no queriendo hundirse en ese frío y solitario mar.





domingo, 29 de septiembre de 2013

Necesariamente/Pelo de fuego.



Se nos fue la mano
con esto del amor descontrolado.
Y ahora tú te quieres sola
y yo estoy buscando otras.
Ninguna se parece necesariamente a ti,
tal vez por eso ninguna me haga feliz.

Ya no me quemo
con el fuego que prendió tu pelo.
Y ahora ya veo tardes naranjas
o el mismo color del sol al alba.
Ninguno me recuerda necesariamente a ti,
tal vez por eso ya ningún día es gris.

Ya casi no lloro,
con esta lluvia cada gota es oro.
Y ahora sé que no mereces la pena,
y que todas mis palabras me envenenan.
Ninguna es necesariamente para ti,
tal vez sólo las que duelen, esas sí.

Se cayó una estrella
sólo para ir a buscarla y que me quisieras.
Y ahora ya te valen los mecheros,
y yo seguía perdido por el cielo.
Ninguna luz era necesariamente para ti,
tal vez el brillo de mis ojos te haga sufrir.

Ya hay muchas hojas,
en el parque es otoño como en mis rosas.
Y ahora tú sigues oliendo a verano,
quiero borrar todos los recuerdos en vano.
Ninguno es necesariamente sobre ti,
tal vez si salen pavos y tus ojos añil.

Se nos fueron los días
con esto de querernos con alevosía.
Y ahora sé cuanto vale el tiempo,
ahora son segundos lo que eran besos.
Ninguno era necesariamente para ti,
tal vez te los daba porque el amor es así.
  
Se rayó nuestra canción
por eso de escucharla con el corazón.
Y ahora tú escuchas otras voces
que te dicen que no me toques ni me roces.
Ninguna caricia existiría necesariamente sin ti,
tal vez sin tu piel debajo no pueden vivir.

Ya no existe el verde,
sólo el blanco y negro de no tenerte.
Y ahora tú vistes de mil colores,
yo digo giralunas tu dices girasoles.
Ninguna flor era necesariamente para ti,
tal vez tú eras la rosa blanca más bonita en mi jardín.

Ya casi no escribo,
sólo una puta mierda que te dedico.
Y ahora tú haces ojos ciegos,
no te preguntas por el entierro de mis dedos.
Ningún poema es necesariamente sobre ti,
tal vez sólo los que escribo desde que no estás aquí.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Besos de ginebra.

     -Pues no ha estado mal después de todo -me dijo al salir.
     -No...
     -¡Qué callado estás! ¿Te pasa algo?
     -No, no. Bueno, no sé... ¿Te acompaño a casa?
     -¿No tomamos algo?
     -No tengo muchas ganas, la verdad, estoy cansado y mañana empezamos a grabar, y tendré que estar descansado y... bueno, te veré dentro de poco, espero que nos entrevistes cuando saquemos el disco nuevo -le contesté muy seguido.
     -Respira, respira -y se echó a reír. 
    
     Fuimos hacia su piso, hablando por el camino de tonterías, como política y deportes. Mientras caminábamos me agarró del brazo. ¿Daríamos la impresión de pareja feliz? No sé si eso me confortaba. Ella tampoco ayudaba, esos gestos no tenían significado alguno, no sé como se comportan las amigas y los amigos. ¿Eso era normal? ¿Era normal que le oliese tan bien el pelo? Lo que no era normal era lo agilipollado que había estado esos días y que no me hubiese dado cuenta de tal cosa hasta ese momento. No era muy tarde, pero si de noche, y la única luna que teníamos eran farolas cada 5 metros. Entonces al ser tantas, serían estrellas, ¿no? ¿En qué estaría pensando ella mientras yo pensaba en esto? Ni lo sabía ni me importaba. Llegamos a su puerta y no supe qué hacer, así que la besé. ¡Dulce es poco! Era la mejor canción que se había compuesto. Húmedo, seco, frío, caliente. Correspondido Cuando nos separamos me miró sonriendo.

     -¿Quieres subir a casa? -me preguntó a medio camino entre la ilusión y el nerviosismo.
     -Eh... bueno, vale...

     Subí a su casa. Era un piso pequeño. Más que un piso era un estudio, perfecto para una chica como ella. Tenía imitaciones de Warhol y discos de vinilo por todas partes. Me hizo señas para que me sentase en su sofá. No era tan cómodo como el de Mateo, pero estaba muy bien. Ella estaba en la cocina, que era parte del salón. Muy moderno todo. Olía muy bien,  y la luz era tenue. Me dijo que podía poner música, así que ojeé sus discos. Puse un recopilatorio de los Beatles, que no disgustan a nadie. Se acercó y trajo las bebidas. Gin-tonic. Me gustaba, últimamente lo tomaba más que el ron, madurez suponía. ¿Qué esperaba ahora? ¿Más besos? ¿Hablar de lo que ha pasado? Por ahora bebíamos y escuchábamos a John y compañía. Me cogió de la mano y me besó. Fue breve pero podría haber muerto en él.

     -¿Por qué? -preguntó cuando terminó de besarme, sonriendo.
     -Porque mañana vuelve la rutina, y sólo de pensarlo ya te echaba de menos. Estos días contigo han sido... -pensé, habían sido increíbles, pero no quería usar esa palabra- diferentes. Y bueno, supongo que empecé a tener sentimientos afectivos hacia ti, y quería salir de dudas y... me gustas, de verdad.
     -Así que las estrellas del rock también tienen sentimientos, ¿eh?


     Podría haberle dicho que sí, y que normalmente la causa de esos sentimientos eran chicas como ella, pero no dije nada, simplemente, la besé. Olía tan bien, sabía tan bien, me tocaba tan bien. Me quité la chaqueta, que no sabía ni por qué la llevaba aún. El gin-tonic era tan amargo en la copa y tan dulce en ella que prefería bebérmelo de su boca en vez de desde la copa. A pesar de como era, podía llegar a sentir amor por personas, quería a mis amigos, a mi familia, a mi guitarra desaparecida, y puede que algún día llegase a querer a Selene. Lo que sentía cuando besaba a esta chica sólo era comparable al mejor beso que había tenido, al de Nube. Eran tan distintas, pero las dos preciosas. Aquello no eran sólo besos, sino que cuando nos besábamos, nos agarrábamos fuerte. Como si acabásemos de descubrir la gloria en los labios de otro y no queríamos separarnos de ella.


sábado, 21 de septiembre de 2013

Sudan los peces.


Las musas sólo son musas cuando te dejan tirado,
es algo que he aprendido a lo largo de los años.
Como dos niños escribimos en la acera con tiza
todo lo que nos quisimos y ahora tú vas y lo pisas.

Si el niño que llevo dentro tiene frío en tu pecho,
sube un rato a calentarse en el infierno de tus besos.
Ahora que ya soy mayor, tengo más sentimientos,
tengo tristes las pupilas, tengo sangre entre los dedos.

Créeme que creo que me quisiste a veces,
sólo las mismas veces que sudan los peces.
Cada vez que un cuchillo corta el aire
al llegar a la piel, era tiempo de pensarte.

Si a la luna le molesta perder un segundo conmigo,
le pido de vuelta este año tirado que para eso era mío.
Siento si no puedo escuchar tu risa, no sé si es por la edad
o es por mis quejidos de no poder volverte a mirar.

Ya no sé si es que estoy enfermo o sigo enamorado.
Ya no sé leer, no sé si el libro se ha acabado.
Y tú en perpetuo estado alegre de llantos ausentes,
para mí duele más que navajas en los dientes.

Créeme que creo que me quisiste a veces,
sólo las mismas veces que sudan los peces.
Tal vez duró más una mosca con vida
que las horas juntas que me querías.

Lleva tu nombre cada una de las espinas de mi corona.
Estás en cada gota de sangre y de sudor que llegan a mi boca.
No sé si sabes que sigo sin saber rendirme, amor,
no sé si sabes como curarme el corazón.

Créeme que creo que me quisiste a veces,
sólo las mismas veces que sudan los peces.
No sé cuanto duran tus momentos,
para mí fue más de un año entero.

Nuestro amor es un soldado caído en la batalla.
Mírate las manos, las tienes llenas de metralla.
Y yo sigo siendo el culpable de querer
como sólo se quieren los que siempre lo van a hacer.

martes, 17 de septiembre de 2013

Lo que no vimos.

     Los días se convirtieron en semanas, las semanas en meses y entonces un día no precisamente especial cogí mi máquina de escribir, me senté y escribí nuestra historia, una historia sobre una época, una historia sobre un lugar, una historia sobre la gente, pero por encima de todo, una historia sobre el amor, un amor que vivirá para siempre. 

     Pero escribir no ayudaría tanto como ir a buscarla, esperar pacientemente a que saliese de su casa, y sigilosamente, acercarme. Golpearla en la cabeza y llevármela a la cabeza hueca de un elefante. Puede que os preguntéis por qué hago esto... ¡Siempre con esa ridícula obsesión por el amor!

     Pero ya despierta, y tiene miedo. Me pide que la suelte, inocente.

     -No puede ser, gorrioncito, y tú lo sabes -dije yo-. Así, llorando... tienes los ojos más dulces que he visto jamás.

     Pero no los volveré a ver, porque ya no me quieres. Ya no soy nada para ti. Podemos ser amantes, pensé, pero no. Hay pasión, pero poco más hay en una pareja de amantes. No sé qué hacer con ella, salvo tenerla ahí atada, observándola, hablando con las voces de mi cabeza.

     "¿Sabes por qué haces eso? ¡Porque ella no te ama!" A veces soy tan cruel conmigo mismo... Pero el espectáculo debe continuar. Ella, pese a no estar amordazada, no grita. No se siente segura, pero no grita. Lloriquea, suda, pero me mira.

     -Quiero desvanecerme dentro de tu beso -y la besé. Ella siguió el beso, como si aún me quisiera. O tal vez pretendía arrancarme la lengua. No sé. Pero de repente el mundo parecía un lugar perfecto.

     Nunca supe que pudiera sentir eso, como si nunca hubiera visto el cielo. Salvo en sus ojos. La quería tanto que la odiaba por haberme abandonado. La pegaría, en serio, pero soy un caballero, y a mi zorra la trato bien. Lo de zorra es... porque hay que calificarla de algún modo, y como duele... pues eso.

     -¡No puedo sin tu dulce amor! Oh cielo, no me dejes así -sollocé. Pero nada, no decía nada. Mi cabeza ya me ha dicho antes por qué. Pero los sentimientos son así. Pese a su largo silencio, continué-. Pase lo que pase, te querré hasta el día en que me muera.

     Esto estaba hecho. Ahora sí que se tenía que asustar. Cogí los bidones de gasolina, pero ninguna mentira, por ingeniosa que fuera, podía salvar a mi Satine particular. Según iba rociando la sala, mi cabeza seguía repitiendo "¡Ella no te ama!". Lo sabía.

     Encendí una cerilla.

     -No te debo nada, y no eres nada para mí. Gracias por curarme de mi ridícula obsesión por el amor -susurré en su oído.

     Entonces cuando fui a soltar la cerilla para iluminar nuestro final... ¿Por qué llora mi corazón? Sentimientos contra los que no puedo luchar. Es algo curioso este sentimiento dentro de mí... Pero lo entendía. Lo más grande que te puede pasar es que ames y seas correspondido. Y lo fui. Era lo que necesitaba para no soltar la cerilla. Es más, la desaté, se volvió a enamorar de mí, y acabamos juntos.

     De repente el mundo parece un lugar perfecto.

     Mentira. Escribí que nos quemábamos los dos.

     Todo lo que necesitamos es amor, y las colinas... las colinas están vivas con el sonido de la música.




viernes, 13 de septiembre de 2013

Gracias.

Gracias por haber llegado hasta aquí
Por haberos quedado hasta el final
Por solear cada día que fue gris
Por hacerme reír cuando iba a llorar
Gracias

Gracias por haber hecho un nudo
Cuando ella cortó el hilo
Cuando se me caía un mundo
Supe que pude contar contigo
Gracias

Gracias por aguantar mis lamentos
Por abrazarme y no olvidarme
Cuando ya me daba por muerto
No me dejasteis enterrarme
Gracias

Gracias a vuestras palabras
A vuestras horas perdidas
Conmigo de madrugada
Con la sonrisa dormida
Gracias

Gracias por hacerme ver que
Hay vida más allá de su pelo
Por no dejar que volviese
A trastear con sus secretos
Gracias

Gracias por enseñarme a estar mal
Por saber que no se acaba aquí
Cuando ya no queda nada más
Sé que os tengo para mí
Gracias

Gracias por la ayuda desinteresada
Por lo que es nuestra amistad
Cuando una lágrima era derramada
Vosotros endulzabais la sal
Gracias

Gracias por estar aquí a mi lado
Cuando ella se cansó de mí
Pronto esto habrá acabado
Por vosotros seré feliz
Gracias.

lunes, 9 de septiembre de 2013

Nido Real de Gavilanes.

     Las antorchas proyectaban sus sombras en una de las paredes, en un callejón junto al Alcázar. Él corría un gran peligro allí. Los cristianos ya habían sitiado la ciudad, pero ella, su Isabel, bien valía la pena el riesgo. En aquella penumbra, el color tostado de su piel, de su mano, agarrando la pálida mano de su amada, se sentía seguro. Nada podía hacerle daño si estaba junto ella. O sí. Ella era hija de un gran capitán, él no entendía ese tipo de jerarquías, pero sabía que era alguien importante. Lo que si entendía es que la hija de ese capitán había clavado sus ojos azules en sus ojos castaños. Lo único que pudo ver, pues él estaba escondido tras una pila de tablones, cubierto con unas mantas, mientras los cristianos hacían una ronda. No sabía lo que le podía pasar si le cogían, pero nada bueno.

     −Tienes que irte, si te cogen te matarán.
     −No iré a ninguna parte sin ti. Ya me salvaste la vida una vez. Si me alejo, ¿quién me mirará con un cielo en los ojos? ¿qué piel blanca como la leche besaré? Huye conmigo.
     −No puedo, sabes que no puedo. Es una relación prohibida, lo dice mi Dios, lo dice el tuyo. ¿Qué suena?

     Se escucharon pasos. Alguien venía. Si los encontraban, sería el fin de los dos, sobre todo el de Abenámar. La mayoría de los moros ya habían huido. La ciudad se resistió todo lo que pudo, pero el avance cristiano consiguió derrocarlos, no sin dejar muertos de por medio. Se fomentó la conversión. ¿Valía la pena cambiar de Dios por amor? ¿Por qué no se convertía ella? Pensaba siempre el moro.

     Se despidieron con un beso apasionado al tiempo que unos cuantos hombres doblaban una esquina. Fue tarde, le vieron. Ellá gritó al tiempo que la agarraban. En cuanto le viesen la cara, la llevarían ante su padre, pedro a él… él corrió y corrió. Ella le perdió de vista, así como a los que iban tras él. Tal vez fuese una idiotez rezar a Dios para que sale a otra persona con un Dios diferente, pero aún así, cuando la dejaron en sus aposentos, lo hizo. Durmió entre lágrimas y sábanas blancas, mientras la luna plateada era besada por la oscura noche, tal y como habían hecho los dos enamorados momentos antes.

     La despertó su padre, el capitán Fernández.

     −Le tenemos, hija, no temas que ese moro te vuelva a ultrajar jamás. ¿Te hizo daño?
     −¿Qué vais a hacerle? ¡Padre, piedad! ¡Es un buen hombre!
     −¿Un buen hombre? Morirá como el cerdo que es, esta tarde le daremos muerte.

     No dijo nada más. Ella lloró como nunca había llorado. Era su primer amor, su único amor, y había sido tan breve y tan eterno… Ojalá pudiese decirle unas últimas palabras. Salió al balcón de su habitación y vio como hombres de su padre llevaban a su joven amor, Abenámar, y a otros moros al centro de una plaza. Tenía buena visión desde su palacete, pues allí todas las casas eran bajas. Su padre se paraba delante de cada moro y decía algo. Acto seguido los ejecutaba. Isabel pensó que les preguntaría si quieren convertirse al cristianismo, la auténtica y verdadera religión. Y debía serlo, porque sino el Dios de Abenámar le salvaría la vida como lo haría la cristiana.

     −¡Tú, moro! ¿Aceptas la fe cristiana como única y verdadera y condenas a tu Dios a la muerte en el infierno donde pagará por sus pecados?

     Antes de que pudiese decir no, una espada ya le estaba atravesando el cuello, y no pudo gritar. Sin embargo, sí que se escuchó el grito de una joven que se arrojaba desde un balcón para llevarla al cielo o al infierno donde los dioses quisieran juntarla con su amor.

martes, 3 de septiembre de 2013

Falta vida.

Salí sin vida de lo nuestro
Dispuesto a enterrarme
En un agujero
Te encontré allí sentada
Dispuesta a matarme
Con una mirada

En mis mejillas guardé tus besitos
Pa’ hacerme una almohada
Y dormir tranquilito
Ahora bailo solo en mis sueños
No estás en la cama
Duermo en el infierno

Dicen que doy pena pero
Me faltan la vida y te quieros
Dicen…

Qué fue de ti, qué fue de ti
Preguntaron mis amigos
Qué fue de mí, qué fue de mí
Sé que ya no estás conmigo
Y de repente algo explotó
Y salió esta triste canción
Que bailo sin ganas
Suena hasta mañana
Apago la respiración

Pensando en los buenos momentos
Me fui a la luna
Con mis pensamientos
Pasajero de mil manos
No es tuya ninguna
Me quedo colgado

En mi pecho guardé tus abrazos
Adiós corazón
A ti te arranco
Para qué quiero estar vivo
Si no está tu amor
Prefiero no haber nacido

Dicen que doy pena pero
Me faltan la vida y tus besos
Dicen…
  
Qué fue de ti, qué fue de ti
Preguntaron mis amigos
Qué fue de mí, qué fue de mí
Sé que ya no estás conmigo
Y de repente algo explotó
Y salió esta triste canción
Que bailo sin ganas
Suena hasta mañana
Apago la respiración

Enciendo una cerilla para que me alumbre
Sin ti tengo miedo
Lo oscuro me cubre
Tengo celos de tu ropa
Se pega en tu cuerpo
No te deja sola

Quién fuese tu nombre
Quién fuese el viento
Quién fuese la noche
Salir de tu boca
Hacer que te despeino
Y volverte loca

Dicen que doy pena pero
Me falta la vida y me muero
Dicen…

Qué fue de ti, qué fue de ti
Preguntaron mis amigos
Qué fue de mí, qué fue de mí
Sé que ya no estás conmigo
Y de repente algo explotó
Y salió esta triste canción
Que bailo sin ganas
Suena hasta mañana
Apago la respiración.

Sé que esto lo lee gente, pero, lo lees tú?

miércoles, 28 de agosto de 2013

Momentos para olvidar.

Es triste, lo sé, pero es lo que tengo que hacer.
Las pesadillas son como las tormentas de verano, aparecen en medio de algo maravilloso, y a mí las pesadillas y las tormentas de verano me dan miedo.

Hay que empezar olvidando un viernes 29 de marzo, el del año pasado, en el que me puse mis vaqueros favoritos, mi camisa de cuadros blancos y negros y mi colonia favorita. Tengo que olvidar cuando la vi aparecer con un vestido ajustado, gris, y con una americana, con un pin de Guns N`Roses. Tengo que olvidarme de la colina del recuerdo de lo del 11M, tengo que olvidarme del tocón del árbol y del primer beso.

Tengo que olvidarme de cómo poco a poco me enamoré. De Garamond y de cómo se convirtió oficialmente en mi novia un 28 de abril. De ir a cenar al Vips por nuestro primer mes, de las velas en su cuarto y de la bella y la bestia. De ver el padrino. De ayudarla con la mudanza y ver como ilusionada me enseñaba sus recuerdos. Incluidos los malos momentos, frente a los cuales, lo único que podía hacer era abrazarla y decir que conmigo nunca lo pasaría mal.

Tengo que olvidarme de los pavos del Retiro, de su olor a verano, del teleférico, de ir a buscarla todos los viernes a la salida de su instituto. Tengo que olvidarme de ponerme mi camiseta de yogurazo para ella. Tengo que olvidarme de dormir a su lado, de pasar miedo juntos, de ver musicales. Tengo que olvidarme de tener pesadillas y que lo único que me calme sea un abrazo suyo. Tengo que olvidarme de cuidarla cuando se hace daño en una atracción.

Tengo que olvidarme del único cumpleaños con fiesta sorpresa que me han hecho, con todos mis amigos y un montón de regalos, los cuales sigo teniendo, y uno de ellos me recordará todos estos buenos momentos por mucho tiempo. Tengo que olvidarme de hacer sacrificios por ella, como salir disfrazado aunque no tuviese ganas, pero claro, esa sonrisa no tiene precio, merece la pena.

Tengo que olvidarme de la única nochevieja en la que he salido, y todo gracias a ella. De patearme todo Madrid buscando una muñeca para ella. Tengo que olvidarme de haber visitado lugares de España con ella, de estar sobre un escenario a su lado.

Tengo que olvidarme de escribir para ella, de pensar en el bien para ella. Tengo que olvidar los momentos de apoyo en tiempos difíciles, de ánimo en los exámenes. De reír y llorar juntos.

En realidad, sólo tengo que olvidarme de un año, dos meses y 3 semanas, pero es como olvidarse de una vida entera.

miércoles, 21 de agosto de 2013

La casa de carbón.

Cuando el verde se pudra bajo tus pies
Acuérdate de las hojas que lo taparán
Que ya no es más verano este mes
Y sólo el seco marrón acompañará
A la lluvia que no nos deje ni ver

Cuando chirríen los postigos oxidados
Será que el viento querrá entrar
Perdido, en la montaña, caminando
Desnudos nos vino a encontrar
Cuando solíamos querernos y besarnos

Cuando la manta y mis brazos te cubrían
No pensabas que me ibas a echar de menos
No sé si lo harás cuando el tiempo se ría
Por dejarnos solos, tristes y serenos
Ya sea brillante la noche u oscuro el día

Y mientras cae una gota en tu cuerpo
Te dije que no hay mejor sonido de fondo
Que el naranja crepitar del fuego
Mientras bajo el ombligo te como el…
Y arde, arde como si no hubiese luego

Dos cuerpos carbonizados
Fueron encontrados
Estaban abrazados
Y pensé
Que no seríamos nosotros
Ahora que estamos solos
Con nuestra piel.

viernes, 9 de agosto de 2013

We are infinite.

Llegué, por fin, con ganas de desconectar de mi querida Madrid y ver lo que un pueblo de la huerta murciana podía ofrecerme. Llano de Brujas es donde he estado aposentado esta última semana, con sus idas y venidas a la playa.
Esta semana ha estado hecha de humo de cachimba, si, yo fumando cachimba, ver para creer, de olor a pastel de carne y de tinta. Colgando de una telaraña en una ventana que da al patio interior de la enorme casa. Con araña y todo, fea, siniestra, peligrosa seguro. Y yo, un par de ventanas más allá, en una biblioteca, rodeado de libros que me hacían compañía cuando no me la podían hacer las increibles personas que he conocido y que me han alegrado la semana. Cada noche que dormía allí después de haber sido feliz durante unas horas, era algo nuevo. Una historia nueva. Libros nuevos. Con el móvil al lado por esa persona especial, pasaba páginas de las tragedias de Sófocles, de libros sobre signos zodiacales y de mi querida Regenta. También bebí con los vikingos y caminé con Shakespeare por su Inglaterra. Hice de ese colchón un mundo aparte, donde vigilar la ventana por si la araña aparecía o por si la luna se me escapaba.
Viajes en coche con Green Day, con las canciones Wallflowers, con Pink, Sabina, Extremo y hasta rap rememorando a Charlie Sheen. Y envolviendo todo eso, el calor murciano. Capaz de matarnos si no hubiéramos tenido cerveza fría, de varios tipos, con tequila, alemana desconocida, haciendo compañía al tinto de verano, a la sidra de sabores, al té, a las meriendas, ya no en la biblioteca, más bien en el patio de una casita playera, donde se juntaban personajes dispuestos a jugarse su tiempo a las cartas.
Todo parecía digno de película. Podría haber sido un musical de los Beatles, podríamos haber viajado en una Volkswagen westfalia amarilla, con adolescentes preñadas, escuchando y viendo y sintiendo conciertos para acabar con una noche en la ópera.
Todo este idilio ha sido en ese lugar, Llano de Brujas (buen carril bici a la vera del Segura) y gracias a personas increíbles (amigos que han sido como una familia y familias que me han tratado como a un verdadero amigo) que han hecho de toda esta semana un viaje en barco que duró un día, pero navegó siete y nos marcó para siempre.
Que te jodan Holden Caulfield, nosotros somos infinitos.

jueves, 25 de julio de 2013

Solito otra vez, naturalmente.

Me cago en la vida qué poco nos quiere, 
nos daba manitas y liebres por liebres, 
y hoy, uno pide conejos y le dan liendres, 
si quiere un buen techo duerme en la intemperie. 

Qué perra la vida, qué poco nos dura. 
La mierda en la tripa y unta que te unta, 
y hoy, uno pide más años y buena figura, 
subimos peldaños pa’ caer en las alturas. 

Si quieres matar tienes que saber morir
y juro morirme antes que matarte a ti. 
Que amores que mueren, matan primero, 
amores que duelen, están mejor muertos. 

Me follo a la vida que a veces se deja, 
le daba caricias, le mordía la oreja, 
y hoy, le digo bonita y ni se saca una teta, 
si quiero besitos que me los dé mi abuela. 

Qué puta la vida, a tomar por saco, 
ya no hay golondrinas ni olor a verano. 
Y hoy, un corazón verde me cabe en la mano, 
si quiere quererme mejor no muramos. 

Si quieres matar tienes que saber morir
y juro morirme antes que matarte a ti. 
Que amores que mueren, matan primero, 
amores que duelen, están mejor muertos. 

Me doy a la vida a pegarle tortazos, 
para qué me recitas si oídos me tapo. 
Y hoy, que escribo palabras en un solo trazo, 
si quiero me abrazas, si quiero me aparto. 

Qué guarra la vida, mira qué nos ha hecho, 
yo que la quería, ahora mejor de lejos, 
y hoy, uno solo camina entre helechos
con huellas de espinas buscando creerlo. 

Si quieres matar tienes que saber morir
y juro morirme antes que matarte a ti. 
Que amores que mueren, matan primero, 
amores que duelen, están mejor muertos.

viernes, 28 de junio de 2013

Summer Fuckers.

O simplemente un verano más.

-¿Qué haces?- me preguntó mientras se sentaba a mi lado, en el parque. Eran las 2:24, no se escuchaban ni los grillos. Y una lata de cerveza fría entraba muy bien a esa hora. Si fumase, lo estaría haciendo.
-Pues ya ves, aquí, discurriendo, como suele hacer la gente en las soledades de un verano rutinario.
-¿Y qué maquina tu cabeza?- se le veía interesado.
-Psé, pienso en otros veranos, otros mejores.

Él tampoco fumaba, pero seguro que lo habría hecho de ser así. Era la noche perfecta para mezclar palabras y humo. Seguíamos en silencio, así que volví a hablarle.

-Yo creo que todos los veranos te enamoras, aunque depende del concepto de amor que tengas. Pero quiero decir, todos los veranos conoces a alguien especial. Incluso a más de una persona.
-Llevas muchos veranos a cuestas, ¿eh?
-Muchos enamoramientos, creo yo. Y no hay día que no piense en ellos. Todos han dado como resultado algo que hoy sigue presente en mí.
-"Son cosas olvidadas esos viejos amores..." que canta el licenciado.
-Sí, si el amor está olvidado. Pero la pregunta de: ¿y si no se hubiese convertido en olvidado? ¿y si hoy todo fuese distinto?
-El coste de oportunidad.
-Pues yo me lo pregunto. ¿qué pasa con la chica esa de la flor? ¿qué hubiese pasado?
-Nunca lo sabremos.
-Como nunca hemos estado en dos mundos a la vez, querido amigo.

Y bebimos cerveza. Él con sus cosas y yo escribiendo para la única persona que lea esto.

sábado, 8 de junio de 2013

Tristes violines.

Fui a buscar las flores
Más bonitas del cementerio
Olvidadas de colores
En el suelo negro.
Como la negra noche
Testigo de un te quiero
A una lápida sin nombre
Y un corazón dentro.

Te invité a bailar
Con la luz de la luna
Violines tristes de vals
Brillas como ninguna.
En la hora de descansar
Te hice una pregunta
¿Qué seré yo sin tu amar?
Mi querida difunta.

En el mármol coloqué
Una vieja fotografía
Tú no vas a envejecer
Yo sin ti no querría.
Nos puse vino para beber
Lo más amargo de ese día
Era martes al anochecer
Un trece te perdía.

Entierro cartas a tu lado
Esperando que las leas
Son poemas y halagos
De mi mente enferma
Que malvive sin abrazos
En invierno y primavera
Que pasa frío en verano
Llorando en tormentas.

Hoy te echo de menos
Como un pájaro volar
Por el oceánico cielo
Sobre un inmenso mar.
Como estrellas y luceros
Tus ojos al parpadear
En este oscuro silencio
En el que quiero gritar.


sábado, 25 de mayo de 2013

La buena vida.

La buena vida es la vida que ya hemos vivido y que podemos criticar. No lo que nos espera, tan incierto como una bola girando en un bombo esperando a ser tocada para hacer feliz a alguien.
Por eso a la buena vida queremos volver pero nunca ir. Porque la seguridad de lo que ya hemos vivido puede más que la incertidumbre de lo que nos tocará.
La buena vida ya ha pasado y tú te preguntas cómo.
La buena vida es como una puta vieja, no importan los años, sino los buenos momentos, si sabes a qué me refiero. En verdad, todo lo bueno es como una puta vieja.
Y tú y yo lo sabemos, y si no lo sabías, ya estoy yo aquí para decírtelo.




Tranquilo, Hank, lo sabíamos.

sábado, 11 de mayo de 2013

Los demonios que nos empujaron.

Fue caerme de bruces y despertar
Del sueño maldito del trasnochar
Lo que no fuimos y germiné
En versos podridos y amanecer

Las uñas clavadas de enredos
Y la sangre empapada en el suelo
De esta tierra mía que fueron tus pasos
Y allí en la lejanía te quise tanto

Y ahora qué tal te sentaría
Ver llover todos los días
Aún con sol
Que me gustaba porque hacía daño
Tal vez no era tan malo
Apartarme del rebaño
Y llevarme al socavón

Los demonios que nos empujaron
Salvaron la vida a dos extraños
Si estoy vivo porque me alejé de ti
Hoy les sonrío por ponernos fin

No quiero regresos con asperezas
Que son inviernos en mi cabeza
El trino lejano, maullidos de gatos
Los perros ladrando y tú caminando

Y ahora qué tal te sentaría
Ver llover todos los días
Aún con sol
Que me gustaba porque hacía daño
Tal vez no era tan malo
Apartarme del rebaño
Y llevarme al socavón

Jaleo que turba mis hojas caídas
Que madura a golpes de la vida
Metimos al tiempo en una campana
A ver si queremos que pase mañana

O lo paramos un viernes cualquiera
Con media vida queriéndola entera
Y vamos a quemarnos en el adiós
Por los malos ratos y el bien posterior

Y ahora qué tal te sentaría
Ver llover todos los días
Aún con sol
Que me gustaba porque hacía daño
Tal vez no era tan malo
Apartarme del rebaño
Y llevarme al socavón.

viernes, 3 de mayo de 2013

Mujeres.

Una mujer es tan importante para alguien que escribe como pueden o deben ser las letras. Da igual lo que sientas hacia ellas, pero siempre aparecen. Si te gustan dirás que las quieres, si no te gustan, dirás que eres marica, si las odias, dirás que son todas unas putas, aunque puede que sea porque eres bastante feo, pero en fin, sea como fuere, ahí están. Mujeres, máquinas de quejarse que nunca son felices si lo que quieres es que lo sean, y que nunca están mal cuando intentas hacer que se sientan culpables. Si fuman, te disgusta su aliento, pero necesitarás sus besos. Beben y hablan con todo el mundo, y sientas lo que sientas, te pondrás celoso. Tantos años tratadas como si fuesen inferiores, y tienen todo el poder. Sólo dos palabras y harás lo que sea para que estén contentas, porque si no lo están, dirán dos palabras y ya no habrá nadie contento. Mujeres, siempre apareciendo por aquí, como si no hubiese más temas sobre los que escribir, pero ¿qué más le puede interesar a un joven? sexo, que casualmente se relaciona con mujeres, por lo menos en mi caso. Mujeres, siempre dolidas o doliendo, queridas y queriendo, lloradas, llorando y riendo. Hay de todo. Son todo un mundo nuevo cada una. Y los mundos anochecen, y una mujer es más interesante de noche, pero se hace de día y con la mujer vienen las nubes, y pensarás que por qué no siempre es de noche con una, porque si te gusta dormir, y te gustan las mujeres, lo mejor que puedes usar para relacionar esos dos conceptos es una cama, a no ser que te gusten las mujeres y te guste dormir, pero te gusta dormir solo, entonces tendrás una mujer que no es feliz, que llora, que fuma y que habla con gente, y tú querrás su risa, sus besos y que hable contigo, y de dormir ya hablaremos después del sexo.

Y al final, haces lo que ella quiere.

lunes, 22 de abril de 2013

Necesito Respirar

Hay veces que no sé qué hora es
Debajo de ti siempre es de noche
Hace frío y no aguanto de pie
Ya no hay palabras sin reproches

¿Cuándo comenzó esta guerra?
Voy perdiendo y no tengo balas
Me da miedo pedirte una tregua
Por si eres tú la que se dispara

Pero necesito respirar
Aflojarme la garganta
Quitarme este collar
Que ya me atraganta

Hay veces que no sé querernos
Pero los latidos están gastados
Buscan refugio para el invierno
Y no saben si a tu lado...

Pero necesito respirar
Y aunque te quiero
También quiero volar
Sin que seas el cielo

No quiero un final ni feliz ni nada
Porque sabemos que esto no se acaba
No se acaba
No se acaba
Sólo cierro los ojos y tengo que pensar
Que de tu mano también puedo respirar.

lunes, 25 de febrero de 2013

Un palo.

No se es menos hombre
Por llorar un poco
Sólo vivo de noche
Sólo vivo solo
La tristeza me deja seco
Y llorar más vacío
No me lleno cuando bebo
No me lleno contigo

Que paren el aire
Me quiero morir
Ya no me ve nadie
Ya no voy a sonreír
El dolor y la amargura
Son buenos compañeros
Van los dos a una
Van los dos al cielo

Me quedo en los huesos
No piso la cama
Ya nunca estoy seco
Ya nunca me hablas
¿Cómo era tu boca?
¿Y también tus ojos?
Yo te volvía loca
Tu me volvías loco

Ahora todo es negro
Con suerte es gris
Hoy me prendo fuego
Hoy voy a por ti
¿Cómo era tu mirada?
¿Y también tus besos?
Una era muy marcada
Otros los vi de lejos.

martes, 29 de enero de 2013

Ahí están.

     Miedo, me da miedo ver una hoja en blanco y no saber organizar mis sentimientos en párrafos para llenarla de palabras, ya sea sobre ti, sobre mí, sobre la reproducción de los calamares o sobre la vida en general, el caso es escribir para vaciar una cosa, que suele ser mi cerebro, y llenar otra, una hoja por ejemplo.

     ¿Sabéis eso que dicen de "fíjate en alguien de otra manera y tus sentimientos hacia esa persona cambiarán"? Bien, pues es cierto que ocurre, no a mí, no a ti, no a tu vecino del quinto, ese que folla con la ventana abierta y le escucha todo el patio, no, no nos pasa a ninguno, nos pasa a todos, y no sólo una vez, sino miles, millones, y cuantas más veces, peor. No sabes como van a reaccionar tus sentimientos, puede que bien, puede que mal, y eso, para una persona que teme a lo desconocido, es horrible. Yo, personalmente, soy de esas personas, y el miedo es tan atrayente que lo único que hago es dudar de las cosas.

     Por si eso no fuera poco, aún nos queda el misterio más grande... La vida. Ya tienes cierta edad y no sabes qué hacer, te falta seguridad, y es una mierda ver como después de tanto esfuerzo no consigues nada, y todo por culpa de la presión, de la gente, y ¿qué pinta ahí la gente? Es cosa de tus sentimientos y de la manera de fijarte en las personas.

     Parece que todo es triste y deprimente, que sólo hay crisis y que la gente se muere, que nada vale la pena, pero siempre me quedará ese rasgo distintivo de mirar la vida con otros ojos y ver el lado bueno de las cosas, aunque las cosas te coman la cabeza. La vida apesta y en verdad no es vida, y es estupendo que sea así, porque lo fácil aburre. Así que si tienes sentimientos, deberías estar agradecido.

martes, 8 de enero de 2013

Los días.

Hoy no eres la misma que fuiste ayer
Pero quiero que seas la misma de mañana
Vamos a desnudarnos hasta el anochecer
Y vestirnos cuando nos de la gana

Enterré muy hondo los malos momentos
Pero dejé fuera un trocito de alambre
Y por mucho que quiera irme lejos
Estoy enganchado a tus bienes y males

Los días que pasan sin que seamos libres
Sólo son días un poco más perfectos
Grito que poco a poco estaré menos triste
Y pasito a pasito tal vez más loco

Hoy sigo temblado como un flan nervioso
Y se me eriza el pelo como aquel viernes
Una emoción en contra de mi decoro
Y las vueltas de mi anillo contra las sienes

Agarré muy fuerte el vuelo de tu falda
Pero no quité las flores que salen en la piel
Y pensé que no necesito a nadie ni nada
Entonces vi como serán los días y me quedé

Los días que pasan sin que seamos libres
Sólo son días un poco más perfectos
Grito que poco a poco estaré menos triste
Y pasito a pasito tal vez más loco.