viernes, 20 de marzo de 2020

El mapa del merodeador

Hola. Vengo a quitarle valor a mi libro Canciones para un viaje en cohete, de venta aquí (aunque no compres ahora, que estamos en cuarentena, los repartidores también son personas) subiendo al blog lo mejor que hay en él (creo). Llevo un tiempo escribiendo más bien poco, pero no quiero descuidar esto y, además, ya que estamos encerrados, qué más da un poco de cultura gratis. Si te mola, pues en el libro hay cosas igualmente bonitas. Y en el segundo que estoy preparando... más aún.


Tú tan “revolución o barbarie”
y yo más de “pero... ¿quién mató a Laura Palmer?”
Éramos dos y un sólo precipicio
y el vacío parecía tan adictivo.
Dijiste “la gota que rebosa este mar”
y la distancia que acerca un final,
se hicieron un hueco entre mis huesos
que de tanto temblar
bailamos por última vez al son de mis miedos.

Si te vas me sobra todo lo que venga detrás.
Ir a buscarte es sólo una canción más.
Tenía un mapa y dos puntos de partida
y daba igual si encontrarte son dos vidas.
Corriste y casi al final miraste hacia atrás
sin darte cuenta de que llegué antes de empezar.
Sentir fue el mejor papel que tuve
en mi obra favorita,
“sonreír hasta los lunes”.

Y los dos como un par de mundos extraños
que compartieron esa magia del daño.
Teníamos un corazón y varias cicatrices
pero la vida entre sangre nos hacía tan felices.
Doblamos juntos el papel con el camino,
dibujamos nuevas huellas y borramos hechizos.
Las chispas de fuera nos hacían brillar
y también quemaron
las redes que nos dejaban nadar.

Tú tan “vamos a luchar unidos”
y yo más de... “¿Pero qué es la isla de Perdidos?”
Pero al final los dos en un mismo beso,
dos cuerpos adictos y un sólo deseo.
Dijiste “usemos cada gota para regar”
y está floreciendo todo esto
y aún no me creo que sea verdad.
Aún no me creo que fueses de verdad.


jueves, 12 de marzo de 2020

15 años


     –Va de puta madre.
     –Sí, la verdad es que sí –dijo ella, aunque tampoco entendía mucho del tema.
     –Toma, el móvil está conectado, pon la canción que quieras.
     –Vale.

     Se lo habían dado esa misma mañana y él estaba como loco por rodarlo. Estaban volviendo a casa después de estar todo el día de aquí para allá. Había anochecido y los faros nuevos alumbraban la carretera como tu sonrisa hacía lo mismo con la vida de quien se topaba con ella, pero eso era otra historia, u otra histeria.

     –Hay que pasar por casa de mis padres, que me ha dicho mi madre que vaya a recoger unas cosas.
     –Pues aparco en la puerta y subes en un momento.
     –Joder, ¿no puedes subir y les saludas tú también? Son mis padres, no unos desconocidos...
     –Ya, pero es que es tarde y quiero llegar a casa, y no quiero liarme a hablar con tu padre y tal.
     –¿A casa? ¿para qué? ¿te vas a poner con la mierda de la consola hasta las 2 de la mañana? Que hemos quedado pronto para ir al campo con la bici.
     –Bueno, pues eso, me apetece ir a casa a descansar. Si tus padres me caen bien, pero es que hablan mucho...
     –¡La semana pasada comimos con tus padres y estuvimos toda la tarde!
     –¡Joder! ¡Pues vale! Subo y saludo a tus padres, hostias...
     –¡No! ¡Déjalo! Y mira a la carretera, que vaya volantazo has dado ahí detrás...
     –A ver... me vas gritando...
     –¿Ahora es culpa mía que tú seas gilipollas?

     Él no contesto. Se quedaron en silencio unos minutos. La música seguía sonando y las farolas... las farolas estaban ahí, no todo tiene que tener un propósito estético en un relato, no todo es como tú. Olía a nuevo, a limpio y un poco a vergüenza y arrepentimiento. Sonó la canción. Él sonrió, y ella también.

     –Lo siento. Voy a pasar a por unas cervezas y nos tomamos algo con tus padres, ¿te parece?
     –Vale, voy a avisar, lo mismo tienen ellos algo para picar. Dame un beso, tonto.
     –Idiota.
     –Va bien el coche, sí. Y el color es muy bonito.
     –Mira el techo, si toco aquí se puede ver el cielo.
     –Hala.

     Un golpe seco y un frenazo sonoro rompieron el silencio de la incipiente noche, como una alarma que avisaba de que había algunas cosas no iban a ser iguales la mañana siguiente. 15 años tenía el chico que les cayó justo en frente desde uno de los puentes que cortan las autopistas que rodean Madrid, como cortar las venas a la ciudad. 15 años y tal vez un solo motivo.



martes, 3 de marzo de 2020

Pongamos que hablo de ti

Eres donde se cruzan dos caminos,
el mar se concibe en tu vestido añil,
no regreso porque no soy fugitivo,
pongamos que estoy hablando de ti.

Donde el deseo viaja entre roces,
y tu agujero queda para mí,
que me he dejado la vida en tus rincones,
pongamos que estoy hablando de ti.

No te hace falta ser princesa
y no me cansaría de perseguir
las espuma de tus besos de cerveza,
pongamos que estoy hablando de ti.

Los gatos visitan tus playas,
y las estrellas se ven mejor aquí,
la muerte viaja cuando te marchas,
pongamos que estoy hablando de ti.

El sol no calienta, son tus manos,
mi vida, un beso a punto de partir,
empañemos el espejo del lavabo,
pongamos que estoy hablando de ti.

Cuando la muerte venga a visitarme,
que no me lleve, ya no estoy aquí,
no tengo sitio para nadie,
pongamos que estoy hablando de ti.




domingo, 1 de marzo de 2020

Nostalgia automática, diciembre, L.A.


Vine, vi, amé.
Si vas a olvidar todo lo que hiciste bien,
no me olvides.
El reflejo de la ciudad te hacía tan guapa
que es insultante
intentar decirlo con palabras.
Qué tiene el mundo que no tenga yo,
estás eligiendo vivir de aburrimiento
en vez de morir de pasión.
Esta tierra prometida era la tuya
y nos lo dijiste a los tres en la habitación,
tú y yo, y la luna.
La vida
está hecha para los amantes,
por eso pasamos por ella tan deprisa.
Deprisa, jóvenes y borrachos,
y tú preciosa,
y al despertar estaré sereno,
pero tú seguirás siendo hermosa.
Me da miedo el folio en blanco y vacío
pero ya solo me quedan
las palabras que desearía haberte dicho.
Me hubiese pasado riéndome contigo
el resto de mi vida,
era un poco extraña la curva de tu risa.
Queda, solo queda entre nosotros
el noble arte del contacto visual
pero no soporto mirar y no me acuerdo de tus ojos.
Y la luz siempre es fácil de amar
pero yo quise hasta tus sombras
y aún así estoy agradecido
de que tú te quedases hasta estando
yo a oscuras.
Soy tan tonto y tengo tanto miedo
que todo lo que te quiero
me lo invento.
Soy tan idiota cada día nuevo
que todo lo que te digo
lo disfrazo de sentimientos.

Ahí está, esa chica es una tempestad,
dime quién queda vivo tras ella en la ciudad.

Las respuestas fáciles siempre estarán mal,
cuando llegue es cuando más hay que brillar.
Sonrisas de vagabundos y marginados,
siempre es como mejor he estado,
así que vamos a hacer este trato:
dormiremos juntos, echando de menos el sonido,
y con tanto ruido me preguntaría:
¿Cómo demonios podrías ser mía?

Pero quizás puedas recordar
que puedes soñar.
Últimamente las cosas van mejor que siempre.
Sólo me duele al respirar,
cierro los ojos para mirar
que últimamente siempre es diciembre.