Hace mucho calor. Un calor de mil demonios. Pero tengo un plan, yo te digo y tú me dices. Vamos a escapar de aquí (y no te hablo de soñar, ya verás). Podríamos coger un coche y largarnos hacia el mar, no hay amanecer en esta ciudad. Nos da el sol en la cara pero yo ya lo había olido en tu cuerpo. Espero que hayas cogido el bikini azul, te queda realmente bien. Sonrío, sonríes y miras la guantera, hay un sobre y solo pone "palabras que me gustaría decirte", y se tuerce un poco la sonrisa y dejas el sobre donde estaba. Y las canciones siguen sonando una tras otra y yo me pregunto si todos estos cantantes te conocen, porque no me explico que todas las canciones hablen de ti.
Hace mucho calor. Un calor infernal. Pero está la toalla en la arena mientras yo estoy condenado a mirarte desde fuera y dejar que solo te toque el sol. Sí que llevas el bikini azul, y en esta cala cala el amor hasta los huesos y las olas que rompen parecen gritar tu nombre antes de desnudarse en espuma. Resplandeces tanto que solo puedo estar agradecido de que existas y ojalá ser la sal que te va a abrazar el resto de la mañana. Y solo puedo maldecir las gafas de sol que matan las miradas. Pero tú lo sabrías y te las quitarías, y sería tan triste como en la película de Godard, porque tú me hablas con palabras y yo te miro con sentimientos. Vamos a beber.
Hace mucho calor. Un calor que hiela. Pero bebemos y comemos, y reímos y amamos como Ícaro amó el sol, demasiado cerca, demasiado. Y bebemos más, y es vino que pinta de su color tus mejillas, y sigues riendo, y me gustaría decirte que me gustaría reír contigo el resto de mi vida. Y cuando me miras así, ¿qué esperas que haga? Y tú me miras y quieres saber si el sentimiento fluye igual en ambos sentidos, como en la canción de los monos. Se crearía, tal vez, seguramente sí, algún momento incómodo. Un silencio. Vamos a romper las olas con nuestros cuerpos.
Hace menos calor, porque está el atardecer muriendo poco a poco. Estamos un poco más morenos y resalta el azul del mar, y el del bikini. No hemos vuelto a hablar mucho desde las preguntas al aire. No se han movido tus labios, ni los míos, pero no me he callado desde que alguna vez podrías haberlos besado. Y la idea de que pudieses hacerlo otra vez se ha atascado en mi cerebro, que no ha dejado de pensar en ti y en ello. Volvemos al coche y sucede ese momento maravilloso que llaman "golden hour" y el día podría terminar perfectamente con esta estampa del sol cayendo y la chica dorada sentada en el asiento del copiloto. Y pienso que podría ser tuyo hasta que el sol deje de brillar. Y así termina el día.
Termina el día y no ha habido ninguna muestra de amor (física). Te bajas del coche, es de noche y nos vamos a decir adiós, pero tu adiós es una palabra y el mío suena a no te olvides de mí ni de todas las cosas que hicimos. Puede que en otro universo estemos enamorados.
Ha hecho mucho calor pero ha sido un buen día de playa.