Estoy escribiendo tanto de repente que hay cosas quedándose fuera del futuro libro, como esto que dejo por aquí y que he me ha salido casi del tirón juntando frases en un viaje por carretera.
Soy el río que corre junto a la carretera y no mira hacia atrás,
una nota arrugada en la cartera y el cielo comiéndose al mar.
Tú siempre serás un charco que recuerda todas las pisadas,
unos ojos que no descansan y que sueñan este suelo de navajas.
Soy la mano que doma tu silencio, un pétalo en otoño,
la sombra en la pared de un recuerdo y un par de besos rotos.
Tú siempre serás de arcilla y plata, las mañanas eternas
y una noche que no acaba para envolverme en tus piernas.
Soy un hierro que ha bebido del icor de muchos dioses,
un mar a veces embravecido porque te muerde los talones.
Tú serás un pájaro vestido de tornasol, la perdición en un vaso
que riega la huerta de este corazón que florece tras tus pasos.
Soy el humo y soy la guerra, un verso que supura húmedo amor,
un luciente casco de Atenea y una tumba vacía sin nombre ni voz.
Tú serás el revolcón contra la luna, la sangre en las cadenas de mis muñecas,
la ausencia de un abrazo que abruma, la tinta forjada con llamas y miserias.
Soy un trecho hasta la hora menguada, un caballo que tose pavesas,
una herida en el lienzo que no sangra, el sorbo que agota tus tetas.
Tú serás por dentro de colores, el punto en el mapa cerca del suelo,
la reivindicación que hace canciones, las cervezas del color de tu pelo.
Soy un ladrillo en una casa vacía, un tocón de árbol vestido de telarañas,
la tormenta que asusta al perro que ladra, el tejado donde las ratas bailan.
Tú serás un carro, una vela y el viento, la pura rebeldía del junco que aguanta
por mucho que sople el pulmón del tiempo, por mucho que siegue mi guadaña.
Soy una línea maltrecha en la mano, el rocío que tiene pereza por salir,
una palabra en el espejo del baño, un colchón con historias a medio zurcir.
Tú serás una bola de cristal y su mensaje, la siesta donde sueñas que vendrás
el poema malnacido del desastre, el sabor que tienen los manteles a medio limpiar.
Soy solo ceniza y sin fumar, la nieve, el hielo, un efímero suspiro,
un tacto que se eleva sin hogar, la nada y solo lo que escribo.
Tú serás el fuego que crece, el calor, más hielo y es que serás eternidad,
serás siempre para siempre, siempre que queden poemas para confesar.