miércoles, 27 de abril de 2011

La chaqueta roja.

Si quiero salir corriendo tendré que esquivar las copas
Saltarlas, que no son premios ni de las que van a la boca
Me han contado que hace frío desde que no estoy contigo
Me pongo mi chaqueta roja, la que me acompaña a casa
Cuando vengo de olvidarte los domingos

Y no hay suficientes papeleras que se pongan guapas
Por muchos recuerdos que las tire, siempre bajan la tapa
Aunque en todos salgas haciéndole sombra al sol
Guiñándome un ojo, pasando de mi cara
Y aunque sin guitarra colgada, te has hecho rock and roll

Yo que antes le lloraba hasta a los monos
Y ahora solo me sale reírme tirao en un prado
Tonteando con la hierba y la tierra bajo mis codos
Y sin ningún arma de fuego disparando a mi lado
Como cuando me matabas con tus sucios y brillantes ojos

Ahora que casi me alcanza la lluvia pero me apetece volver
Elijo el camino más difícil y me como las estrellas de tres en tres
Para acabar tirado en la cama soñando que se me escapa el alma
Custodiada por un perro guardián, por cinco soldados
Y ella esposada gritándote déjame mi capitán

Y no hay suficientes tablones de madera para atrancar
Las ganas que tengo de gritar que me muero
Por morderte el cuello y seguir un mes entero sin descansar
Hasta que te quedes seca, y con un bote de pintura roja
Rellenar, mezclarlo con tus labios rosas y después a besar

Yo que antes le lloraba hasta a los monos
Y ahora solo me sale reírme tirao en un prado
Tonteando con la hierba y la tierra bajo mis codos
Y sin ningún arma de fuego disparando a mi lado
Como cuando me matabas con tus sucios y brillantes ojos

Y ahora que se me acicalan las pestañas para que al parpadear
No te asustes si son bruscas, que no paran quietas de felicidad
Se me va a correr la raya si vuelvo al mono para llorar
Tirado en un prado acordándome de cuando me reía
Regando la hierba, mojando la tierra y los codos llenos de espinas
Que disparan tus ojos, que no hay armas de fuego en lugar
Tan peligroso como tu mirada si me ves pasar.

viernes, 15 de abril de 2011

Sinvergüenza.


¿Arrepentimiento? Es más de lo mismo. Me arrepiento de no hacer hecho muchas cosas en su momento, igual que me arrepiento de haber hecho otras. No creo a esas personas que dicen que no se arrepienten de nada de lo que han hecho, y que de los errores se aprende y tal… no reconocen que se arrepienten por vergüenza, maldita lacra. Un día todos iremos desnudos (metafóricamente hablando). La vergüenza es la goma de la careta del arrepentimiento. La vergüenza son las mantas de la cama del arrepentimiento que te agobia en una noche calurosa. La vergüenza es el lado oscuro de la luna arrepentida.

Así que tampoco me da vergüenza decir que me arrepiento de muchas cosas, pero sobre todo, y ahora mismo, me arrepiento de no firmar en una camiseta. (Pienso que un día la verá en el futuro y… falto yo).

PD: No sé cuando volveré a pasar por aquí, no sé si esto lo verá alguien, no sé si lo vera ella. No me da vergüenza admitir que estoy falto de ideas originales y que no me arrepiento de nada de lo que he escrito.

Y de regalo.

Tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, tú, 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ME GUSTAS. De verdad.

- Calidad literaria: Nula.
- Sinceridad: Absoluta.

(Esto gustó bastante en el otro blog)

domingo, 10 de abril de 2011

Para llevarlo mejor.

Tengo sembrada ceniza en las macetas
Para ver si crece un corazón nuevo sin agujetas
Que está cansado el mío de regalar besos a ciegas
Las riego todas las mañanas con lagrimitas secas

Tengo envuelto el pecho en papel de plata
Para que sude tus recuerdos con gotas de espada
Decidí guardarlos ahí y no en mi cabeza
Para no pensarte y que al latir te salgas

Tengo afiladas unas tijeras para cortar las telas
Que cubrían nuestra cama desde el suelo lleno de mierda
Nunca pude dormir con las pesadillas tan cerca
Y tu dormida, tranquila, soñando como cuando estás despierta

Tengo mariposas guardadas en una jaula
Para que no me mareen las tripas
Prefiero destrozarlas untándolas de sangría
Y que en cada hielo se derritan tus piernas y las penas mías

Tengo para verte las horas contadas
Y ahora me arrepiento de no ponerme traje
Por dentro, que por fuera, ya lo sabes
Voy muerto con las alas arrancadas

Tengo pañuelos de papel de lija
Para borrar las lágrimas y de paso tu sonrisa
Y lijarme las manos hasta quedarme en las muñecas
Para así en la oscuridad no buscarte más a tientas

Tengo baldosas que me dan envidia
Porque cuando bailas y caminas y saltas
Son tus pasos las que las destrozan y las pisas
Que ya es algo, que a mi ni siquiera me miras

Tengo ganas de gritarle al mundo entero
Que me quedaba sin agua y sin aire para mi aliento
Sólo por pasar un segundo contigo y aunque sea primavera
Que te juntases y me abrazases como si fuera invierno

Tengo escritas más canciones y más poesías
Palabras ocupando papel por si se me olvidan
Y dedicártelas aunque no seas mía
Así lo llevo mejor, y dormir cuando la noche se come al día.

miércoles, 6 de abril de 2011

La asombrosa historia del chico al que le apetecía comer tomates.

Érase una vez un chico llamado… Ninguno, porque no me apetece pensar ningún nombre, que se despertó con unas ganas terribles de comer tomates. Así que salió de su bañera (sí, duerme en una bañera), se puso ropa estrambótica, caótica, atípica, insólita, mítica y demás, puso el sol en el cielo, se inventó una puerta y salió a la calle en busca de tal hortaliza.

Ninguno tenía un paso alegre, con mucho ritmo, e iba dedicando sonrisas a la gente. Al llegar a la esquina de su calle, la calle Inventada, se encontró con el viejo Falsílez.

-         ¡Ninguno! ¡Qué sorpresa, muchacho!- dijo el anciano- ¿Dónde vas con esa marcha?
-         ¡Buenos días, señor Falsílez!- contestó el joven- Pues verá, me dirijo a la tomatería, pues casualmente hoy he amanecido hambriento de rojo alimento.
-         Aaaaaaahhhh, el tomate. Muchos piensan que es el fruto de una planta, y que es una hortaliza, y que es originario de las tierras altas de la costa occidental de Sudamérica. Pero en verdad, no es así como llegó el tomate hasta nosotros.
-         ¿No? ¿Y cómo vino entonces?- Ninguno estaba atónito ante tal comentario.
-         Pues veras, era yo aún un chaval joven e inocente- empezó a relatar el viejo-, cuando, estando un día en el campo de excursión con mis amigos, alguien, y no tú, escondió el sol, y puso sobre nuestras cabezas un algo gigantesco y oscuro, muy mecánico. Ese algo es lo que hoy se llama nave espacial. La nave espacial se plantó ante nosotros, y salió un humanoide enano con una cabeza roja enorme.
-         ¿La cabeza era un tomate?- preguntó el joven, ansioso de conocer más.
-         ¿Tomates? ¿De qué diantres estás hablando, chico? ¡Vete fuera de mi vista! ¡Y que sepas que será la última vez que te cuento cómo se lava la ropa en Neptuno!

Ninguno salió corriendo ante el repentino ataque de ira del señor Falsílez. “Ese hombre siempre se inventa historias muy raras”, pensó el joven. Para distraerse puso unas nubes en el cielo y prosiguió su camino a la tomatería.

Como era primavera, por ejemplo, unos pajarillos alegres le pusieron delante un cartel que decía: “Te quedan 4 pasos y medio para la tomatería”. Ninguno estaba nervioso, pues no todos los días uno hace realidad su sueño. Así que dio los 4 pasos y medio y alguien (yo, evidentemente), puso la tomatería ante sus ojos.

-         ¡Los tengo fresquísimos, oiga!- anunciaba la tomatera.
-         Pues póngame uno para cada día de la semana- pidió Ninguno.
-         Pues ahí van, 9 tomates rojos para Ninguno. Por cierto, ¿sabes de dónde vienen los tomates?
-         ¿Del espacio exterior?- preguntó el chaval, acordándose del principio de la historia de Falsílez, y pensando que en qué parte había empezado a desvariar el viejo.
-         No, es mucho más fácil- explicó la tomatera-. Estos tomates existen porque tú crees en ellos. Si los tomates te molestasen, o no los quisieras, sería fácil pensar que no están ahí, aunque si estén para otras personas. El tomate quiere existir para ti, y tú lo aceptas y crees en él.
-         ¿Y por qué no iba a hacerlo? Están ahí, puedo verlos, aunque no me apetezcan.
-         Pues eso no me lo preguntes a mí, pregúntale a ella por qué no te cree, si estás ahí, y existes. Le molesta que existas y no te cree porque no quiere, no porque no le salga. Pobre tomate inexistente en su mente. Y deja de desvariar, que luego acabas escribiendo sobre tomates… Das pena.

viernes, 1 de abril de 2011

7 cosas sobre ti. (Y el mundo).

Podría escribir cosas del mundo
Y no de ella.
Pero, y supongo que lo entendéis,
Ella es mi mundo.

De tí haría un mundo
Un mundo te regalaría
Y para no quererlo
Un mundo para huir
Necesitarías.

Si pienso en mundos
Y los comparo contigo
Necesitaría más universos
Para no quedarme en tus labios.

Salir, coger el mundo y exprimirlo y
Beberme cada gota que caiga
Hasta olvidarme de ti.

No hay mundo más infinito que tu mente
En mi opinión
(Y en la de la fábrica de latidos)
No hay otro más interesante para perderse.

Me da igual un mundo sin sol
Sin luna ni estrellas.
Un mundo con tus ojos ya calienta,
alumbra y serena.

No importa cuántos mundos existan
Sólo me atañen esos
por los que tus pies caminan.