miércoles, 26 de febrero de 2014

¿Dónde fueron los poetas?

Me gusta cuando hablas
Y a Neruda le dan por culo
Lo recita Gil de Biedma en las tablas
En el enorme teatro que es el mundo
Envejecer, morir, son sólo palabras

Antonio Machado no te ha conocido
Pero si lo hubiese hecho
Detrás de ti estaría su camino
Y su hermano, mano en pecho
Recordando ese julio maldito

Bécquer no sabe que cualquier color de ojos
Puede ser en su pupila poesía
Con diez cañones por banda busco un tesoro
Pirata que busca la libertad querida
Espronceda no le puso cerrojos

En este campo de ceniza que fue nuestra guerra
Hoy sobran lágrimas y faltan poetas
¿Dónde fueron? Son sólo un recuerdo
No saben que los hombres muertos no cuentan cuentos

Enamorarse es gratis, enamorarse y no
Benedetti no nos conoció en nuestro mejor momento
Azules tus ojos, ¿mía? Me amaste y adiós
Rubén Darío que sabe de tiempos modernos
Sabe que el amor no admite una cuerda reflexión

No hay nadie más que tú, no hay otros
Por mucho que finja, tú mi desventura
Borges sí que confiaba en nosotros
Y por este amor que ni un gigante derrumba
Te quiero, como Cernuda, lo digo en todo

Eres rosa y yo tu luna, quieta y sola
En el sol de las mañanas de Unamuno
Mujer tendida, muchacha dorada de Lorca
Soy un gitano, oscuro y taciturno
Esperando con sangre y navajas nuestra boda

En este campo de ceniza que fue nuestra guerra
Hoy sobran lágrimas y faltan poetas
¿Dónde fueron? Son sólo un recuerdo
No saben que los hombres muertos no cuentan cuentos

….......

Vivo si hay que vivir
Sueño si hay que soñar
Duermo si debo dormir
Y amo aunque no deba amar

Corro si hay que correr
Lloro si hay que llorar
Quiero si debo querer
Y amo aunque no deba amar

Río si hay que reír
Abrazo si hay que abrazar
Muero si debo morir
Y amo aunque no deba amar

Bebo si hay que beber
Beso si hay que besar
Nazco si debo nacer
Y amo aunque no deba amar

Escribo si hay que escribir
Grito si hay que gritar
Escribo si es por ti
Y te amo aunque no deba amar

….......

Se fueron a tomar por culo
Donde un corazón no les ladre
A unos versos que no son tuyos
A los parques por la tarde
Se fueron a un amor sin fin
A hacerle el amor a tu parte poetizable
Para tener versitos de ti
Y hacer el sentimiento más grande

Se fueron a buscar halos de mi risa
Patrocinada por tu mirada
A colgarse de las repisas
De otras chicas enamoradas
Se fueron a otro amor distinto
Porque el nuestro se acababa
A besar cuellos infinitos
Y morder orejas rosadas

Se fueron a profetizar tu religión
A morir por tu palabra
Que vive ilusa hasta el final del renglón
Para llegar al punto que la mata
Se fueron a lo más alto de la locura
Hasta donde mi pecho obnubilaba
Donde ninguna poesía era tuya
Y eso que yo te las dedicaba

….......

Que se quede Garcilaso con sus sonetos
Y Góngora con sus insultos a Quevedo
Que yo me pierdo en el mapa de tu cuerpo
A ver si encuentro a los perdidos poetas
Cayendo desde tu pelo hasta las tetas
Tú, por si acaso, quédate quieta
Si Miguel Hernández le canta a una cebolla
Yo le escribo a lo que me salga de la polla
Y que otros poetas se lleven las joyas
Que Juan Ramón Jiménez habla con un burro
A besos en tu cuerpo les escucho entre susurros
Pero busco que tus labios digan “somos tuyos”.

jueves, 20 de febrero de 2014

Ignacio quiere primavera.

     Como todos o casi todos los ancianos, Ignacio madrugaba. No le hacía falta despertador. Se levantaba y se preparaba su café con tostadas. Ponía la televisión de fondo, aunque a esas horas no había nada interesante. Entonces iba al baño a asearse para dar su paseo matutino. Se miraba al espejo y un hombre casi calvo, con poco pelo blanco por los lados de la cabeza le devolvía la mirada con unos enormes ojos azules. La nariz bastante grandota, y ahora en invierno casi siempre roja, labios finos que esconden detrás una dentadura, en su mayor parte verdadera, nada de postizos. Se recortaba los pelos de las orejas, no sabía por qué, a su edad poco le importaba la imagen. Mientras estaba en el baño, escuchaba ruidos en el baño del piso de al lado. Sería Cristina, preparándose para llevar a su hija al colegio. La pobre enviudó las pasadas navidades. Ignacio enviudó hace siete meses, y a su edad ya le parecía inútil superarlo. Quien diga que nunca es tarde para el amor, para Ignacio es un mentiroso. Su amor estaba caducado, y ahora, incompleto. Se puso chaquetón, bufanda y boina, y se dispuso a dar su paseo. Comprar el periódico, sentarse en el parque... cosas que se hacen con su edad.

     Al salir de su casa, en el portal, se encontró con su vecina Victoria, que tendría unos 18 o 19 años.

     -Buenos días, señor Ignacio -le dijo.
     -Buenos días, bonita -contestó el anciano. Pensó que eso sí era una jovencita normal y guapa, no como su nieta, que ahora iba con los pelos de color morado. Modas juveniles que nunca entendería.

     En la calle hacía bastante frío. Fue a comprar el periódico al Quiosco de Mateo y de allí, a su banco preferido, en el parque. Decía lo de siempre, que el gobierno nos robaba y que nosotros lo único que hacíamos era leerlo en periódicos. Ignacio pasó esas páginas, a su edad ya no le interesaban esas cosas. Demasiado viejo para amar otra vez, demasiado viejo para luchar como siempre. Más desgracias en países del tercer mundo, niños muriéndose de hambre, SIDA y demás. También demasiado viejo para ayudar desde debajo de su boina y detrás de su bufanda. Críticas de películas sobre robots luchando, tíos millonarios rodeados de tetas, historias de amor... ninguna era para él. Ya no era un joven que podía fantasear con ser un héroe de película. Bastante le costaba fantasear con llegar a fin de mes con su pensión. Ese invierno estaba siendo demasiado deprimente.

     Se puso de pie para seguir con el paseo. Antes, cuando su mujer estaba viva, iban los dos juntos a tirarles pan a las palomas. La echaba de menos, pero ahora estaba en un lugar mejor, donde sí se acordaría de lo que era una paloma y, tal vez, de quién era Ignacio. Sus hijos y nietos apenas iban a verle, seguramente le consideraban una carga. Intentaba no darle mucha importancia mientras caminaba por la calle comercial de su barrio. Las tiendas estaban abriendo. Una frutería regentada por indios, una panadería en manos de chinos, locutorios de hispanoamericanos... en realidad no le molestaba, no era racista, todo lo contrario, le gustaba ver tanta cultura distinta en su barrio. Cuando él era joven, esas cosas eran impensables. Incluso ahora conocía a algunos. Les saludaba, les compraba a unos el pan, a otros unos tomates para una ensalada... Ignacio parecía un buen hombre.

     Entonces llegó a su destino. Iba a ese parque desde hace 5 meses. Era perfecto, aún haciendo frío era su rincón acogedor. Se apoyaba en un árbol y unos setos le tapaban hasta algo más arriba de la cintura. Estaba enfrente de un colegio, y el frío no impedía que Ignacio introdujese su mano en el bolsillo y se empezase a masturbar mientras veía a las chiquillas con uniforme. Esas falditas hacían que Ignacio se relamiese la comisura de los labios con lascivia y pensase que ojalá llegase la primavera para que esas chicas fuesen más ligeras de ropa, con la falda más corta y sin abrigos encima. Mientras lo hacía, miraba al cielo, esperando que su mujer siguiese sin acordarse de él y no pudiese observarle mientras hacía eso.


viernes, 14 de febrero de 2014

Qué será de todo.

Qué será de todo hasta aquí
Después de gruñir a los sueños
“Que hasta las galletas saben a ti”
Dice Vega en algunos versos

Titila la farola y ya es de día
Está que llueve y no quiere llover
A caballo entre el llanto y la alegría
Estoy que quiero y no quiero querer

Y no me digas que en primavera
No llueven pétalos de rosas
Si sabes que me emociono como un niño
Cuando hablo de estas cosas

Y si salió mal, no lo supe hacer
No supe poner el cielo a tus pies
Si quieres estrellas te las bajaré
Y lo que estuvo mal se volverá bien

Si yo no fuese tan como soy
Y tú no fueses tan como eres
Qué sería de todo hasta hoy
Una semana sin viernes

Se funde el sol y ya es de noche
Está que hay niebla y no quiere nublar
A galope entre risas y reproches
Estoy que lloro y no quiero llorar

Y no me digas que este otoño
No llueven hojas secas
Si sabes que me emociono como un niño
Cuando caen y tú me besas

Y si salió mal, lo puedo hacer bien
Tú dime qué quieres y te lo daré
Si quieres estrellas te las bajaré
Déjame ponerte un cielo a tus pies

La moraleja del cuento
No se puede leer
Sin lineas, ni texto, ni argumentos
Qué fue de todo hasta ayer

La luna en su cenit y estoy muerto
Estoy que subo y no quiero subir
A trote entre el cielo y el infierno
Está que late y no quiere latir

Y no me digas que en abril
Mueren muchos pavos reales
Si sabes que algo tan bonito
No puede traer tantos males

Y si salió mal, no lo supe hacer
No supe poner el cielo a tus pies
Si quieres estrellas yo te las daré
Si me haces volar te las bajaré.


lunes, 10 de febrero de 2014

Problemas de corazón.

     -¡Ayuda!
     -¡Voy, chica, tranquila!

     Pensé que era una chica muy rara con una costumbre muy normal. Cualquier cosa que pasase allí daba como resultado una reacción como la suya. Fui corriendo a la habitación de la que salió. El chico había entrado en parada. Imagino que cuando paras, todo se vuelve blanco, como era todo en aquella habitación, las sábanas, las paredes, las cortinas, las nubes de fuera... todo muy soso. Si de mí dependiera hubiese cambiado todo eso, algo de color animaría a las personas, pero yo sólo era un simple trabajador, sólo salvaba vidas, o lo intentaba. Y me tocó trabajar. A los médicos no nos permiten ponernos filosóficos, siempre tenemos que estar alerta por si alguien se para, se cae, se sale, se deshace o, simplemente, se queda en blanco.

     En este caso, era un defecto de las válvulas cardíacas. Llegaron más médicos. Le pudimos reanimar, pero había muchas posibilidades de que volviese a ocurrir. Intentaría estar cerca de aquella habitación.

     -¿Eres su novia? -le pregunté luego a la chica. Era bastante mona. Rara y mona.
     -No, sólo amigos.
     -Parece una amistad muy especial. Cuida la amistad y, sobre todo, cuídalo a él. Voy a tomar un café y a seguir con la ronda por el pasillo. No estaré lejos, si vuelve a pasar, avisa.
     -Perfecto.

     Vaya chica más callada, hablaba sólo lo justo. Hay algo raro en ella, y en esa amistad, pero bueno, quién soy yo para juzgar a la gente. Le salvaré la vida y le darán gracias a Dios. Al menos el dinero me lo llevo yo. Aquella mañana, quitando ese pequeño incidente, estuvo todo bastante tranquilo. Así estaba bien ganar dinero. Me pasé otra vez por la habitación. Ella estaba junto a la cama, leyendo algo al chico.

     -Este poema también lo escribiste tú, a ver si te acuerdas: Llorar, quizás no sea tan descabellado, / Una lágrima por cada cosa que he callado. / Romper, las paredes que encierran mi silencio / y decirte que cada día que pasa, más te quiero. ¿Te acuerdas?
     -S... s... sí -pudo decir el chico con gran dificultad.

     Ese chico... no iba a pasar de ese día. Estaba igual de blanco que las sábanas, las paredes, las cortinas, las nubes... a ver cómo acaba. Prolapso mitral, podía ser fatal. Ella ya no leería poemas. No eran novios, pero había sentimiento. Estoy cansado de ver esos sentimientos, se ven cada día en cada habitación, con rosas, con bombones, peluches, libros, tarjetas y esas chorradas que venden en la tienda de abajo del hospital. Y yo... tan solo. Es difícil encontrar a alguien con este trabajo, en el que puedes estar hasta 48 horas seguidas de guardia. ¿Quién tiene ganas de amar luego? Como mucho algún rollo en la sala de descanso. No creo que esos dos se hayan enrollado nunca, pero se querían. La amistad chico y chica era real. Y ahí estaba yo, en la puerta, parado, mientras me hablaban.

     -¡No se quede ahí parado! ¡Haga algo! - me estaba gritando la chica. Me empujaron y entraron en la habitación algunos compañeros míos.
     -¡Parece una regurgitación! No tiene buena pinta. ¡Que alguien saque a la chica de aquí!
     -Chica, ven conmigo. Vamos a la máquina de café -dije yo.

     Estaba llorando. Le expliqué que ese tipo de problemas eran normales. Le invité a un café, pero apenas bebió, simplemente se sentó en una de esas sillas de la sala de espera que eran tan incómodas. Y azules. Un color un poco feo. Era bastante guapa, pero había algo extraño en ella, no sé si los ojos llorosos, el pelo, la ropa...

     Pasaron 10 minutos cuando me llamó un compañero. Le dije que volvía enseguida, que me iban a decir como estaba su amigo, aunque yo ya lo sabía. Fui a la habitación y, evidentemente, allí estaba el chico. Muerto, con algo de color aún, pero no mucho. Me acerqué a él. Vi que algo sobresalía de debajo de la almohada.

     -Eso es lo que intentaba sacar con sus últimas fuerzas -me dijo un compañero al ver que lo estaba mirando-. Una auténtica pena -se fue.

     Lo cogí. Era un libro, estaba escrito a boli de su puño y letra. Se llamaba Violetas. Se lo llevé a la chica, que me estaba esperando en la sala aún. Ella vio la noticia reflejada en mi cara.

     -Oye, él... tenía esto escondido. Lo intentó sacar antes de... ya sabes. Por el título imagino que es para ti. Por tu pelo y tal.
     -¿Sufrió?
     -No -mentí-. Para las personas como él es una cardiopatía común. Viven con ello, y, por desgracia, algunos con ello se van, pero lo que si sé es que en su pobre corazón maltrecho tenía un lugar para ti, chica del pelo morado.
     -Sería en la parte rota.

     Me fui a informar también a los familiares. Para ellos no había libro, pero claro, los libros son para la gente de la que estás enamorado, ¿no?




miércoles, 5 de febrero de 2014

Nuestro Madrid.

Cuando uno jura que no va a volver jamás, ya tiene en un mapa señalado el camino de vuelta, y aquí está, era inevitable. Espero que no se repita con mucha frecuencia, pero este es mi blog y subo lo que me sale de los cojones. Ahora, os dejo con esta puta mierda.

Subir hasta Goya desde Serrano
Después de irte a buscar
Colgado de tu mano
Besos en Manuel Becerra
Llenando de amor tu portal
Haciendo amena la espera

Éramos lo más bonito de Retiro
El monumento, nuestro rincón
Haciendo por no pasar frío
Y por la noche, Claudio Coello
Si no era amor, era pasión
Y amanecimos en un metro...

Muchos han escrito sobre ella
Pero muy pocos sobre ti
Yo te voy cantando por las aceras
De nuestro Madrid

Cervezas y rock en Malasaña
Plumas negras, horas muertas
Y juntos a Cibeles de madrugada
Y tu verano por la Gran Vía
La actriz más guapa de Montera
No te pagaba para que fueses mía

Avenida de Guadalajara-Pacífico
Malditos veinte minutos
Para pelis feas y sexo bonito
Y ahora bajaría desde Callao
Loco, haciendo el burro
Gritando que me he enamorao'

Muchos han escrito sobre ella
Pero muy pocos sobre ti
Por eso voy tan triste por las aceras
Del que fuera nuestro Madrid

Desde la cúpula de Sol
pensando en ir al templo
Tu culo, lo más bonito de Debod
En Ópera ya me di cuenta
De que nos venía siguiendo
Hasta Plaza España como una flecha

Y no pudimos pararla
El destino fue inevitable
Nos golpeó en la cara
Mató todas las rosas de la rosaleda
Nos cortó el rollo en el parque
Decirnos adiós fue toda una pena

Muchos han escrito sobre ella
Pero muy pocos sobre ti
Te quise en todas las aceras
De nuestro Madrid.