martes, 23 de junio de 2015

Ya no sé ni cómo llamar a estas cosas

Dijimos que sería para siempre,
le pusimos nombre y apellidos.
Pero hay cosas que no se entienden,
como un corazón con dos cuchillos.

Dije que te querría para siempre,
pero también se secan los ríos.
Purgué las farolas para no verte,
prefiero encontrar mi amor propio perdido.

Dijiste que me querrías para siempre,
pero a mí tampoco me gusta mirar a los ojos.
También creo que aquí sobra gente
y faltan más jardines con el borde roto,
desbordados de personas a las que
han dejado plantados.

Hasta con una pistola podría hacer más el bien
que con un violín, aunque me manche más las manos.
Todos mis pecados me hacen ser más humano,
pero los tuyos me hicieron menos persona,
y aunque dije que te querría para siempre
supe romper el tiempo al tiempo que pasaban las horas.

Quién de los dos falló,
supongo que yo.
Guié hacia el odio
todo tu amor.
Se estaba volviendo negro,
así que fue lo mejor,
que para llenarme de tinta
exprimo un corazón.

El sonido de una ausencia que acojona,
el eco en las paredes,
el agua en la cara,
la tormenta, aquí.
Y a quien esté a mi lado:
gracias por venir.





miércoles, 17 de junio de 2015

Madridfornication

     Y me las di de escritor, vaya que si me las di. Primero me puse a repartir poesías en la puerta de La Casa del Libro en Gran Vía, seguro que me habéis visto alguna vez. Ahí estaba yo, con unos pantalones rotos y una camisa hecha una mierda, a juego con lo que cubre. También estaba ella, la típica pijilla moderna que entra a mirar libros para comprarse el que esté de moda y hacerse la interesante. Daba igual, estaba buena.

     -En lo que entras y sales, te escribo un verso por cada pestaña -le dije guiñándole un ojo y sujetándole la puerta.
     -¿Acaso has contado cuántas tengo?
     -Una por cada suspiro que he dado al faltarme el aire cuando has parpadeado.

     Cuando salió le regalé un poema infinito. Le gustó, supongo, porque quince minutos después estábamos hablando de mierdas en un Starbucks. Pagaba ella, por supuesto. Me contó que vivía por la zona de Huertas, yo le dije que tenía ganas de vivir, y vaya, no mucho después ya me estaba sobando la polla en el ascensor. No sé si pedí el café con caramelo o eran sus besos, pero me sabía a gloria. No hacía mucho calor, pero sus sábanas moradas estaban mejor en el suelo y nuestros cuerpos carnosos mejor en su colchón. Eso sí fue un buen poema, lo estuve escribiendo hasta que el lápiz no dio mucho más de sí. El sacapuntas ya estaba lleno así que tuve que hacer recitación oral. Fue todo muy limpio y muy guarro, pero esos eran los mejores. Cuando terminé me dejó ducharme en su casa, porque a mí se me había olvidado dónde vivía o si mi madre se seguía preocupando por mí. Le robé unas gafas de sol que hacían juego con mi sombra y me fui.

     En mitad de la calle y con el sol que daba una farola, me puse a leer las frases que había en el suelo. Latino se acababa de suicidar en un balcón mientras unas golondrinas oscuras le picaban los ojos, no tuve misericordia de él y lo inmortalicé en una conversación con una chica que pasaba. Era un poco bohemia, pelo mal recogido y una rasta por ahí, libre como el amor que respiramos, aunque creo que era maría. Sus pantalones bombachos ocultaban un buen culo, o eso quise pensar. La tía iba tan colocada que me siguió el rollo. Me habló de su carrera, que no me acuerdo de cuál era, comentó algo sobre política, pero me dio bastante igual, me recomendó algunos autores que ni siquiera apunté, no tenía dinero para leer, y eso si que era injusticia, y no esas cosas de las que ella me hablaba.

     -Yo vivo del cuento.
     -¿Eres estafador o algo de eso? -me preguntó mientras salíamos de un chino con una litrona en la mano.
     -No, de las letras. Escribo cuentos para que las niñas mayores se vayan a la cama.
     -¿Y eso da dinero?
     -Da amor.

     Y vaya si lo daba. A las 4 de la madrugada me estaba dando el lote con una hippie más limpia de lo que esperaba. Quiso ir más lejos pero vivía con sus padres, y realmente su casa si que estaba lejos. A mí me daba igual hacerlo o no, pero cuando te las das de escritor tienes que saber borrar los versos que no riman y las enumeraciones muy largas. Le dije que no tenía casa porque era demasiado libre, y demasiado pobre. No importó, si algo tiene Madrid son políticos y callejones. Entre dos coches empezó la faena, pasaba la boca de la litrona a... bueno, ya sabéis. No me gustaba que fumase, porque le tenía que sujetar yo el cigarro con aliño y el humo me tapaba las estrellas. Luego pensé que aquí no había estrellas, así que me concentré en tocarle las tetas. Fui bajando hasta la zona húmeda, pero ninguno teníamos bañador. Ahí se quedó la cosa. No sé si nos despedimos. Yo tiré para Cibeles y ella... pues no sé, a luchar por una causa justa. Espero que se acuerde de los libros.

     Estaba amaneciendo y había perdido la tarde anterior y la noche deshaciéndome en dos chicas. Nunca tengo tiempo para mí, pero bueno, así no la cago. La última vez que pensé mucho la jodí, y no joder en el sentido de las dos últimas veces que he jodido. Me senté en el Paseo del Prado y me rasqué los sobacos, era el mejor placer mañanero que pude tener. No tenía el cuerpo para muchas erecciones. O sí. Una morena pasó haciendo eses y con los tacones en la mano. Iba de negro a juego con mi personalidad.

     -¿Dónde vas, morena? ¿No ves que te han cerrado las farolas y te han apagado los bares?

     Intentó hablar, pero se potó encima y se tiró a mi lado. No me molestaba el olor a pota, ya me había acostumbrado, yo también lloraba mucho de vez en cuando. Cogí su bolso, entre compresas y maquillaje vi la cartera. Miré su dirección en el DNI. Vivía en Serrano, si la llevaba a cuestas lo mismo desayunaba algo dulce, y además me invitaría a café con tostadas.

     Dárselas de escritor es agotador, pero menos sexo da no tener imaginación.



domingo, 7 de junio de 2015

Aristas claras (para que te vayas)

De tantas palabras que me sé,
Ninguna es la adecuada para decirte adiós,
No sé si es que me queda por aprender
O es que el rencor no sabe gritar a viva voz.

Si te escribiese para que te fueses
Una canción, sería una mierda,
Poniendo con letras las veces
Que te querría ver muerta.

Porque no te quiero a mi lado,
Y que se me vuelen los brazos
Para ir a buscar
Un cuerpo sin cadenas
Que se llame libertad.

Cansados, así tengo los besos,
Así que déjalos entre sueños.
Que tengo los labios con sangre
Que sabe mejor que tu boca incesante.

No hay un número tan grande,
Ni ciencias explicables
Para este sentimiento
Que cava fosas,
Y es que te odio
Por encima de todas las cosas,
Así que vete alejando
Por el camino solitario,
Que te quiero escribir:

Amor espacial,
Sentimiento irracional,
Y para que te vayas
Un camino de aristas claras.