viernes, 31 de octubre de 2014

Hell-oween.

     Fui a arropar a mi hijo. Cuando llegué, sólo vi un bulto debajo del edredón. Lo levanté.

     -Papá, hay algo debajo de la cama.

     Me agaché. Ahí estaba, eran sus ojos, estaba asustado y llorando.

     -Papá, hay algo acostado en mi cama.



     Me levanté despacio, y cuando esperaba que mis ojos se encontrasen con la criatura sobre la cama, me desperté. No tenía ningún hijo. Habrá sido una pesadilla. No me podía mover, estaba paralizado. Me estaba agobiando un poco y la única luz que había era un pequeño halo de rayo de luna que se colaba por la ventana. Lo justo para iluminarlo a él, o a eso. En una esquina de la habitación se levantaba, enorme, una capa negra y sobre ella, la cara más terrorífica que se puede ver. Tenía cuernos. Ojos y boca negra. Pelo despeinado, moviéndose por ningún viento que soplaba.




     -¡Cariño! ¡Baja a la cocina un momento, por favor! -dijo mi mujer.

     -¡No bajes! ¡Esa no soy yo! ¡Estoy en el baño!

     Pude moverme. Salí corriendo hacia el baño. El pasillo nunca se me había antojado tan largo. Cuando pasé por la escalera, vi, en la pared blanca, la sombra de eso. Estaba subiendo. Me encerré con mi mujer en el baño. No sé si fue por nuestra respiración acompasada, pero se empañó el espejo. Un dedo invisible empezó a escribir.

     Puedes mirar arriba. Puedes mirar abajo. Mira a la derecha. Mira a la izquierda. Debajo de la cama. En los armarios. Mira donde quieras, pero no te des la vuelta, a él no le gusta.

     No nos dimos la vuelta, pero evidentemente detrás de nosotros no había nada. No se veía nada reflejado en el espejo.

     Nos dimos la vuelta, para no volver a dárnosla nunca más.


domingo, 26 de octubre de 2014

Astronauta.

     Lunares. Es muy típico, cuando hablas de una chica, decir cosas de sus lunares, como que los cuentas o que parecen pepitas de chocolate que endulzan su piel. Incluso también es típico decir lo que voy a decir yo, que lunar viene de luna, y que para pasearme por ellos voy a tener que ser un astronauta. Pero al menos no los voy a contar. O sí. No me interesa contar tus lunares, me interesa contar los momentos en los que te hago reír, me parece más bonita una sonrisa que un lunar, y eso que los lunares me encantan, son como pepitas de chocolate que endulzan tu piel. Vaya, mierda, lo he hecho.

     Estoy, o bueno, una miniatura de mí vestida de astronauta, está en ese lunar que tienes detrás de la oreja derecha. Como tu cuerpo es gravedad cero para mí y me hace flotar, soy tan ligero que cada vez que me poso te hago cosquillas y te hago reír. Ya va una. Como experto en reconocer tu cuerpo, sé cual es el próximo lunar al que tengo que saltar. Cojo impulso usando tu pendiente y me lanzo hacia abajo, de cabeza, para llegar a tu clavícula. Vas desnuda y las vistas hacia abajo son inmejorables. Me deslizo por tu pecho y me paro en tu pezón, que no es un lunar, pero si quiero conseguir otra sonrisa es una parada obligatoria. Además es de esas en las que te muerdes el labio.

     ¿Qué pasa? ¿terremoto? ¿colisionamos con otro cuerpo celeste que viene a toda velocidad hacia ti? No. Sólo te estás tumbando. Eso me va a facilitar mucho las cosas, siempre que no quiera explorar las pequeñas manchitas que tienes justo encima del culo, mis favoritas, por cierto. Próxima parada, tu ombligo. Tienes un lunar justo a la izquierda. Allí voy a montar un pequeño campamento. Voy a arrancarte un poco de piel para comer y haré fuego parpadeando muy rápido. Tallaré un corazón en tu tripa y pondré nuestras iniciales. ¿Por qué en la tripa? Porque el corazón se para y todo se acaba. Tu tripa es para siempre. Levanto el campamento y tengo un dilema. Ir al monte de Venus dispuesto a la colonización de la ficción como única realidad o a tu cadera, que mueves mientras yo muerdo el limón de un gin-tonic usado.

     Como no sé qué hacer, me bajo de tu mundo y de tus lunares. Estas cosas nunca sirven para nada y ya no te sacaba sonrisas. Y para perder el tiempo en tu cuerpo, me quedo con el traje de astronauta y lo pierdo por mis mundos usados y sin usar. Y a la mierda el romanticismo físico y bienvenido el espacial. Ya sé que una estrella no puede dar un abrazo, porque se puede partir, pero al menos da más luz que tu sonrisa y más calor que tu cuerpo.

     Y sí, esto es una mierda, pero es mi blog y subo lo que me da la gana.


sábado, 25 de octubre de 2014

Pura droga.

     -¿Tienes lo que te pedí?
     -Sí, espera.

     Se abrió la gabardina. No sé cómo me podía fiar de ese tipo, estaba completamente desaseado, con una barba asquerosa y un pelo greñudo que seguramente sería el hogar de unos cuantos piojos. El olor tampoco acompañaba mucho, y el lugar, menos aún. Un callejón con un par de portales en los que ningún joven querría besar por primera vez a la chica que le gusta. Es más, no creo que a nadie pudiese gustarle una chica que viviese en un sitio así. A mi no me quedaba más remedio que acudir allí, porque la necesitaba, necesitaba lo que ese capullo estaba a punto de darme. Estaba envuelto en papel de plata, lo cual era lógico, porque el oro no se envuelve con oro, igual que el mar no se envuelve con agua. Tenía ganas de tenerla para mí, no sabía si esnifarla, metérmela en vena, en la boca, por los ojos o hasta por el culo si hiciese falta, sólo quería tenerla dentro de mí. Me dio el paquete y lo abrí allí mismo.

     -¡Hijo de puta! ¡Los ojos, te pedí sus ojos! ¡Los labios ya los tengo, y ni de coña son estos!
     -¡Está bien! ¿Qué te parece la nariz? Esa naricita respingona, ¿la tienes?
     -¡Lo tengo todo menos los ojos! Estoy harto de besos de esquimal, de besos en la boca, de morderle las orejas, de enredarme en su pelo, de tocarle las tetas, de azotarle el culo, del coño, de las rodillas, estoy harto de cogerle la mano y de escuchar latir su corazón... ¿De qué me sirve todo eso si no tengo sus ojos para que me devuelvan su mirada?
     -Pues tenemos un problema, porque si quieres sus ojos, se los robas tú a la noche, y a ver quien mira a la luna sin estrellas. Ahí te quedas, hijo de puta.

     Y se fue. Me dejó solo en ese callejón y con el amor a medias.




viernes, 24 de octubre de 2014

Re-evolución.

     Abelardo tenía una vida sencilla. Como buen mono que era, le gustaba desparasitarse, comer frutas variadas, rascarse los sobacos y, de vez en cuando, masturbarse. Tenía un buen nido, cómodo, con grandes hojas verdes. Era joven y, por supuesto, muy mono. Le gustaba que lloviese en verano, porque así sus hojas-cama estaban húmedas, las ramas estaban húmedas, su pelo estaba húmedo, y no pasaba calor. Esa, creo yo, era su máxima preocupación. Un día, el líder de su grupo, Materio, dijo que si querían avanzar, tendrían que moverse. Lógico, pero eficaz. "¿Avanzar a dónde?" se preguntaba Abelardo. Decidió no darle muchas vueltas y sí darle otra cosa a Ébore, una mona muy mona. Les fue bien, tenían amor de monos, compartían hojas, frutas, parásitos y sobacos. Materio, en cambio, seguía con su idea del cambio, y le asignó una tarea aburrida a cada mono. Abelardo no era más que un simple colector, y como era joven, era de los que se subían a los árboles más altos... ¡Y ni siquiera podía comerse las frutas que cogía! pues eran un bien común. Otros se dedicaban a la construcción de nidos más cómodos en las ramas, otros a la defensa del grupo... "Ojalá yo fuese defensor, van con esos palos afilados, impresionando a las más monas...". El trabajo de Abelardo se tornó rutinario, y cada vez le gustaba menos. Un día, al volver de la recolecta, se encontró a Ébore retozando con Materio... ¡En sus hojas! Por suerte, Abelardo había cagado esa mañana por ahí cerca, así que cogió el mojón y se lo tiró en la cara al líder. Antes de que éste le persiguiese, Abelardo echó a correr entre los árboles, pensando, "¿quién tiene problemas en el trabajo o con las relaciones? ¿qué vidas son las más aburridas?" Entonces llegó a un claro de la selva, y vio un lago. Se acercó. Su pelo había desaparecido, al menos en gran parte, y llevaba un trozo de tela enganchado del cuello. "¡Mierda! ¡He evolucionado!".

     El ex-mono, entonces, vivió peor. "El ser humano es tan imbécil que cree que puede atrapar en una esfera con agujas al tiempo. ¿Esto es la evolución? ¿vivir más preocupado?".

     Abelardo apareció poco después colgado de una rama en medio de la selva, ahorcado con una corbata, desnudo y con el culo lleno de mierda. Lo único que llevaba era un reloj.


jueves, 23 de octubre de 2014

+18.

     He tenido sexo. He practicado sexo. No diré con quién y tampoco diré cuándo, no creo que le interese a nadie. También podría decirlo de manera más bonita, como he hecho el amor, o podría decirlo de manera más fea, como he follado. Pero ha sido sexo, sin más. Ha sido una gran contradicción en mí mismo, porque yo no creo en el sexo así, yo creo en el amor. No sé hacerlo sin sentimientos, no me sale. Pero me ha salido, y ha sido bonito. Entonces he pensado que lo mismo me había enamorado, aunque sólo hubiese sido por un orgásmico tiempo. He pensado que mientras estaba ahí dentro, el mundo me importaba un huevo. He pensado que entonces lo podría decir bonito, que he hecho el amor, hasta que he terminado, y ha sido sólo sexo. Entonces he vuelto a pensar, que si hacer el amor es tener esa sensación, se puede hacer el amor sin practicar sexo, incluso se puede hacer el amor sin personas. Hay cosas que provocan pequeños orgasmos internos, sin necesidad de soltar fluidos ni nada de eso. He hecho el amor cuando he pisado tierra griega, hago el amor cuando estoy en un escenario, ¡y vaya amor propio al ver un aprobado! Sea como fuere, haced lo que queráis, practicad sexo, haced el amor, follad, pero no os olvidéis de que queráis o no queráis, siempre va a haber un mínimo de amor, y por eso este puto mundo es tan jodidamente bonito.


miércoles, 22 de octubre de 2014

Reputación.

     Apareció una montaña inmensa. No había nevado en la cumbre porque no hacía falta.

     -¿Sabes? La gente habla de mí.
     -¿Por?
     -Porque cuando aparece una montaña como esta, en vez de escalarla por puro placer, prefiero ir a un pequeño monte a tumbarme y tomar el sol. Si sabes lo que quiero decir...
     -Cada uno es libre de hacer lo que quiera, ¿no? Seguro que quien lo dice ha sido mala montaña, o montañera.
     -Lo peor es que la que habla fue de las primeras en ser monte. Y algunas de sus montañas eran muy frecuentadas. Si sabes lo que quiero decir... -y se cruzó un ciervo.
     -Lo sé. ¿Por qué la gente habla?
     -Son personas que sólo tienen la boca para dos cosas, para cosas indebidas y para hablar. Debe ser que no había ninguna posibilidad de hacer cosas indebidas, y decidió vilipendiar y vapulear mi persona.
     -Así que tienes mala reputación...
     -Al menos tengo el -ción. Si sabes lo que quiero decir...
     -Lo sé... ¿Así que nunca has tenido novia?
     -No -hizo una pausa y miró a la montaña-. ¿Te he contado esa vez que tuve un tumor durante un año y dos meses?


domingo, 19 de octubre de 2014

El lugar a donde voy cuando no quiero pensar en ti, pero llegas tú antes y lo jodes todo.

Cuando tengo ganas de enhebrar el hilo en la aguja
Voy a mi sitio secreto y me encuentro
A todos haciendo cola para verte desnuda.
Está lleno de cacharros y otros cuentos,
Y allí tengo conversaciones con la luna,
Se queda conmigo hasta que me despierto.

Cuando tengo que rascar el musgo de las piedras
Voy a mi sitio secreto y me encuentro
Con ríos de tinta que arrastran planetas.
Yo que soy un chico de invierno
Quiero poner con mis ojos morenas a tus tetas
Y parpadear por si me paso y sale fuego.

Cuando tengo miedo de empezar otra vez
Voy a mi sitio secreto y me encuentro
A mí mismo, parado ahí de pie.
Está lleno de sombras y de espejos.
Me pregunto si te volveré a ver
Si salgo de allí a regar los tiestos.

Cuando tengo que hacer el amor y me sale guerra
Voy a mi sitio secreto y me encuentro
Con que estás despeinada y con las heridas abiertas.
Así que dejo que se me caiga la boca al suelo
Mientras tu bailas sobre mi lengua
El triste vals de un cantante muerto.

De qué me sirve correr
Para escapar de ti,
Si cuando empiezo a querer
Tú ya estás allí.
Jodiéndolo todo,
No dejándome solo
Dándome de beber.

Cuando tengo pensado evadirme de ti un rato
Voy a mi sitio secreto y ¡sorpresa!
Has llegado tú como un ángel volando,
La culpa es mía por irme de la tierra,
Pero es que a veces me paso soñando
Y tú te pasas de brisa ligera.

Cuando tengo pajaritos sin ramas ni árboles
Voy a mi sitio secreto y ¡sorpresa!
El vuelo de tu falda ha talado los bosques
Y han dejado sin vidas los campos de fresas
Donde estaban corriendo todos mis caracoles
Pa' llegar los primeros a la curva de tus cejas.

Cuando tengo la arena para hacer una orilla
Voy a mi sitio secreto y ¡sorpresa!
Veo que tu piel es espuma y me la tiras.
El salitre en tus manos me deja la cara reseca
Y te separas y te me llevas la vida
Como si tuviese otra que no llevo puesta.

Cuando tengo un regalo para darme a solas
Voy a mi sitio secreto y ¡sorpresa!
Has salido para verme y cortarme la cola.
Entonces te sale esa sonrisa perversa
Y adiós a mi sitio verde con amapolas,
Hola a tu escenario de mierda.

De qué me sirve correr
Para escapar de ti
Si donde tiene que llover
Te has llevado el abril
Jodiéndolo todo,
No dejándome solo
Y yo empezando a querer
Asustándome un poco...

Así que voy a mi sitio secreto
Esperando no escuchar
Un “cuanto te quiero”.
Me vale con tocar
Un poco tu cielo.
Hazme volar
Entre tu pelo.
Voy a llorar
A ras de suelo,
Y se van a regar
Las flores que tengo,
Y van a llegar
Hasta donde pongas un techo
En mi sitio secreto
Que has llenado de ti,
Yo que lo creé para huir
Y ahora está
Llenito de tu olor,
De tu piel crepuscular.
Enganchándome al sabor
Que me va a hacer soñar
Si no me despierto
Y derrumbo mi lugar secreto
A donde voy cuando no quiero pensar en ti,
Pero llego, y tú ya estás allí.





domingo, 12 de octubre de 2014

Vivir y morir en Quíos.

     Hay quien dice que nunca escribo nada alegre o feliz. Puede que sea cierto, puede que no lo sea, pero el caso es que me lo tomé como un reto y pensé: Vamos a ello. ¿En qué momento he sido feliz? En muchos, pero recientemente, en este.

     Llegamos de madrugada, pero ya con el sol saliendo poco a poco a lo lejos, bañando de dorado la costa de Turquía, ya se podía adivinar el paisaje mediterráneo que había en la isla. Era como estar en casa, en una casa en la que nunca he estado. Creo que algunos iban medio dormidos en el viaje, yo iba con Violeta Plaza haciendo el gilipollas seguramente. Un primer momento feliz con la maleta a los pies y las estrellas diciéndonos adiós.

     El sitio parecía digno de película, con sofás blancos y negros, mesas y sillas para comer y desayunar, y unos toldos que venían muy bien. Nos asignaron las habitaciones, tuve suerte de ir con Mario, Abraham y un montón de hormigas naranjas invasoras. A Mario le tocaron las sábanas de Mickey, capullo con suerte. O no. Bajamos a desayunar, un desayuno largo, consistente, de los que dejan a Mario en la mesa más de una hora. Pan con mantequilla y miel, bacon, huevos cocidos, zumo, leche, cereales... de todo. No sé si era el olor de la isla o el de la comida, pero estaba estupendamente. Nos dijeron que podíamos ir a la playa o a dormir. ¿Quién va a dormir teniendo ya el sueño de esa isla despierto? Miguel, Pablo, Abraham y yo fuimos los primeros en irnos. Recorrimos ese pueblecito al norte de la isla creo, con sus casas de colores, unas verdes, otras rosas, y por supuesto, blanca con marcos azules, muy de allí, muy de la asamblea de las mujeres, muy de nosotros. Había algunas señoras sentadas en sillas en medio de la calle, como en un pueblo español, sólo que allí les dices “hola” y se te quedan mirando raro. Estaban frente al mar, como si en el agua pudiesen verse reflejadas y tal vez se acordasen de un tiempo mejor, en el que el Egeo bañó sus pieles, antaño tersas, y ahora arañadas por el tiempo. Un pueblo más, pero unas vistas únicas, en el agua azul se reflejaban las nubes blancas, escribiendo Ελευθερία.

     Estuvimos en una calita pequeña, que casi nacía del cemento del suelo. También había un olivo. Allí las playas son de piedras. Esas putas piedras que pinchan hasta siendo redondas. Pero nos dio igual. Éramos hijos del hierro, nosotros no sembramos y el agua con sal nos daba la vida. Vi a mis amigos meterse y, joder, me dio envidia. Un par y a bañarse. Debería tener sueño, pero aquello despertaba a cualquiera. Veíamos algo más lejos una especie de muelle o embarcadero de cemento, muy apropiado para saltar, tocar la mano a Zeus y caer a la casa de Poseidón, el marino, y si hay otro, pues otro. Como un intento de la tierra de conquistar lo que no es suyo. Para volver a subir al muelle tenías dos opciones, dejarte la piel y los pies en la piedra, o nadar un poco y subir por una escalerita junto a un pequeño bote. Yo la primera vez decidí dejarme la piel y los pies.

     Al rato vinieron unos cuantos compañeros más, y aquí ya viene lo más difícil de contar, porque no sé lo que sintió cada uno, pero si sé lo que sentí yo. Nuestro profesor nos dijo que no pasemos por Grecia, sino que Grecia pasase por nosotros. Lo que él no sabía es que pudimos hacer las dos cosas. Grecia pasó por todos nosotros, sólo tenemos que vernos el corazón para saberlo. Pero nosotros pasamos por Grecia, porque sé que Quíos se enamoró de nosotros. Se enamoró tanto, que sé que no fui el único en sangrar ese día, y es que sé que el mar nos arañó a unos cuantos los pies para que dejásemos nuestra sangre en el mar Egeo. Delante se alzaba un monte, y estoy seguro de que los dioses iban ahí de vacaciones. Y creedme que no les envidio, porque ellos son inmortales, y saben que siempre podrán vivir esa experiencia y estar allí, cerca. Pero ellos nos envidian, porque nosotros somos mortales, y sabremos lo que es morir después de haber sangrado en su casa, ese sentimiento que ellos nunca tendrán. Ellos no sangran, son eternos, y van a tener que ver nuestra herida y escuchar el eco de nuestras risas para siempre.

     Y así, amigos, es como Grecia pasó por mi, y espero que por vosotros, pero también es como todos nosotros pasamos por Grecia.





domingo, 5 de octubre de 2014

A mí dame dos.

Como algunos sabréis, estoy con un proyecto escrito totalmente a mano y que casi nadie va a leer en su vida, que es un libro de poesías con nombres de chica. Iba a subir uno (sin decir el nombre), pero me siento generoso, así que voy a subir dos. En total habrá unos veintialgo, no sé, no está acabado. Espero que os gusten.

1. Conmigo.


Tú mi musa y yo tu poeta sin habla,
Y sigo esperando a que te quites la falda.
Pero te termino esta canción
Si te vienes a dormir conmigo,
Y cuando te pregunten que dónde has amanecido
Di que estuviste por la mala sombra
Con Chema paseando un corazón,
Para no sentirte sola
En estas noches de carbón,
Donde sólo brillan las farolas
Que están haciendo cola
Para ver llegar al sol,
Con su traje hecho de nubes,
A juego con tus lunes,
Cuando amaneces triste
Porque por algún despiste
Fui Dios una noche y te tuve.

Tú mi inspiración y yo versos sin cabida,
Preparados para la caída.
Pero te termino esta canción
Si te quedas hasta mañana,
Y cuando te pregunten que dónde pasaste calor,
Di que me abanicaste con tus pestañas,
A mí, que me sudaba el corazón
Debajo de las sábanas,
En estas noches tan oscuras,
Donde sólo brilla tu risa,
Más puta que la luna,
Que nunca llega a misa
Porque se estaba emborrachando
Viendo cómo te quería,
Y la fuimos tentando
A hacer porquerías,
Con las estrellas que andaban sueltas,
Que si las dices "te quiero"
Se le abren las piernas.

Tú mis palabras y yo se las doy al viento,
A ver si de aire se hacen alimento.
Pero te termino esta canción
Si esta noche me haces compañía,
Y cuando te pregunten en qué cama dejaste tu olor,
Di que conmigo en la mía,
Que fue culpa de mi colchón,
Que te pusiste tierna,
Como una puta regadera,
Que moja to' lo que se empalma en la tierra,
Haciendo inútil a la primavera,
Por las flores que te salen navajeras,
Con sus pinchos en los tallos,
Arañándote la espalda
Como si fueran mis manos
Cuando despunta el alba,
Cogiendo al amor desprevenido,
Cayendo de tus ojeras
Por pasar la noche conmigo.

Tú lo de siempre y yo también,
En mi cabeza, las ganas de joder.
Pero te termino esta canción
Si esta noche no soy uno más.
Y cuando te pregunten a quién diste tu flor,
Diles que a mi alma, que olía mal.
Que te cansaste de la vida golfa
Y de los que te daban mentiras,
Que te volvieron loca
Las ganas de hacer manitas.
Que ya no estabas hecha para vivir
De boca en boca como la cerveza,
Y que te apetecía sonreír,
Como una mariposa en la maleza,
Preocupada sólo por servir
De color a esta vida blanca y negra,
Como cuando se juntan nuestras piernas,
Y yo no que quiero ir, porque que sepas,
[...], que yo no soy cualquiera.


2. La nariz.


Vamos donde dice el brazo de una estrella,
Donde apunta tu nariz, siempre a la derecha,
Y que nos diga si es el camino correcto,
Da igual que sea largo, si tú eres el tiempo,
Y tenemos de sobra con nuestros zapatos,
Que nuestras huellas por el camino sean un regalo.
Yo pongo la música y tú la intención
De llegar más lejos que una golondrina,
Que deja su nido en tu balcón
Sabiendo que si vuelve estarás viva
Para cantar con ella a viva voz
Lo que significa su canción:
El retorno de las flores,
Una guerra de colores,
Un orgasmo de olores,
Y todos son para ti, por si hay momentos
En los que te apuntas a eso de ser feliz.

Vamos donde dice el brazo de una estrella,
Donde apunta tu nariz, siempre a la derecha,
Y que nos cuente más de esas historias
Donde yo me mojo y tú no lloras
Cuando un aspersor oxida a una farola
Y aparece el frío porque la luz nos abandona.
Y llega la hora de la anarquía
Que a los dos nos queda tan bonita
Y tú hablas de tu lengua y yo de la mía,
Se cruzan las palabras en una alegoría
Y en alegre algarabía se llena todo de letras
Y tú, tú quédate muy quieta,
Que si se ponen chulas
Sacan la faca negra,
Te apuñalan a la luna
Para hacerla aún más bella.
Es la magia de un poema,
Que nace en un banco para ir a morir
En el mar más sucio, profundo y febril.

Vamos donde dice el brazo de una estrella,
Donde apunta tu nariz, siempre a la derecha.
Y que la gente diga lo que quiera,
Si después del rayo, hay trueno, es tormenta,
Y si después sale el sol, hay arco iris,
Nosotros el oro y ellos con su bilis,
Que no hay que decir que no ha pasado nada,
Sólo el aire entre nuestras miradas.
Pide un deseo que se te cae una pestaña
Y bebe rubia la cerveza para acordarte de su alma.
Que se pose una loca en un tablón
Ya basta para un poco de conversación,
Venga nena, dame coba
O me voy a mi habitación,
Que para palo mudo tengo ya una escoba,
Y para sola,
La bragueta del pantalón
Que no se abre por miedo a morir
En el barranco más sucio, oscuro y febril.

Vamos donde dice el brazo de una estrella,
Donde apunta tu nariz, siempre a la derecha,
Y donde acabes, planta una bandera
Y dí que ahí estuvieron tus piernas.
Si no hay viento para que ondee
Yo tengo aliento hasta el amanecer,
Como ondea tu pelo sobre tu espalda
Cuando la noche se vuelve mojada
Y toca una despedida
Como después de abril una golondrina
Porque ha pasado su estación,
Como la nuestra cuando ya no hay calor,
Pero siempre habrá recuerdos
De cuando fuimos buenos
Y no dimos por culo
A los románticos de turno,
Que no saben que mi poema va a morir
A través de una voz oscura y febril,
Que no está sucia, porque se limpia para ti.