No estás y la cama se me hace un mundo,
y está triste la noche de San Juanporque las hogueras sin deseo son un leño desnudo
al que me atraco para poder bojear.
Y a cuál de las cuatro esquinas iré a parar,
entre sus pliegues de tela he sembrado esperanzas
para regarlas con las decepciones de tu marchar,
que crezca ese futuro en el que te quedas y no disparas.
Voy a pasarme a la prosa,
que los versos se quedan cortos
para esta murria que me ronda,
para decirte que el cuaderno vive de los folios.
En una espera esa tierra helena que te vio nacer,
donde los mitos agonizan al ver que eres de verdad,
que no hay laureles en tus brazos ni oro para corromper,
donde tu pelo son las algas y tus labios de donde lamo la sal.
Y justo enfrente una perla roja del desierto,
donde la Menara se seca al ver que bebemos de tu mar,
que la menta crece en tu boca y los gatos viven de tus dedos,
donde te despierta una palabra de madrugada pero no necesito rezar.
Voy a pasarme a la prosa,
que los versos se quedan cortos
para esta murria que me ronda,
para decirte que en el cuaderno aún quedan folios.
En otra cruzaba por la geografía de lo propio y lo ajeno,
donde los ríos arropan murallas y las torres cantan,
que en una bañera blanca descubrí la galaxia de tu cuerpo
donde mis pestañas por fin descansan y mis manos bailan.
Y justo enfrente que vengan otros mil teatros
donde seamos quienes seamos, vuelvas aquí,
que cuatro maderas y cuatro focos sepan desnudarnos,
donde los próximos viajes sean junto a ti.