jueves, 13 de abril de 2023

El lugar al que van las miradas perdidas

Mis pies llevan a un bosque podrido, de troncos heridos,

para que ruede mi cabeza bailando por la esparraguera

después de cruzar palabras y horas, te las voy a dedicar todas,

y que se salgan de los renglones como el morado de los corazones.

Y en este desierto de arena no hay mar, pero te daré mi saliva

cuando tu boca la pida por si las lenguas quieren nadar.


Será nuestro harapiento secreto, lo sabrá la punta de mis dedos

al mimarte bien suave los labios cuando el sol se quede callado

después de beber besos y ginebra, ríos cayendo en las piernas

para que se empapen las manos si nos secamos de tanto tocarnos.

Y en este mar de cemento solo hay amapolas, pero si me miras

se desboca la primavera por las esquinas para que no estén solas.


Mis pies llevan a un bronco barranco, el precipicio al que lanzo

mi pecho que se ha descosido sacando un amor sacado de quicio

después de cruzar palabras y brazos, queda por hacer quedarme a tu lado,

lo pondré en todas las libretas, tú eres el verso que buscan los poetas.

Y en este mar las olas son espigas, sigo un rayito de luna para llegar

al lugar al que van las miradas perdidas.


Será nuestro enigma teñido de vino, lo sabrás cuando estés en el olvido

y te encuentre desnuda en un sueño, así dejaré el balcón abierto,

que vengo de contarle al papel lo que hace mi noche con tu piel

porque a nuestras madrugadas se las follará una tormenta que escampa.

Y en este desierto se funde el tiempo para que no deje de sonar

en tu espalda un cigarral donde se estrechan dos cuerpos.