miércoles, 29 de enero de 2014

El lector.

     Mi trabajo era sencillo, y me gustaba, que era lo más importante. Pocas personas hay hoy en día que disfruten su trabajo tanto como yo el mío. Tengo despacho, sí, no es muy grande, pero es mío, y me gusta entrar todos los lunes en mi despacho y ver todo el trabajo que tengo para esa semana. Entro y veo diez, once, doce... nunca más de 15, libros que tengo que leer y decidir si van a ser publicados o no. Por lo general suelen ser breves y malos. Hay mucha mierda que desearía no haber leído, y hay maravillas que me alegro haber leído el primero. Cosas de mi trabajo.

     Ese lunes de no sé qué mes de no sé qué año entre en mi despacho, con mi taza de café personalizada con el kraken de los Greyjoy, con las gafas bien sujetas, dispuesto a aventurarme en mundos fantásticos, o seguir en el real, sintiendo, empatizando y esas cosas con personajes que la gente crea. Me llamó la atención uno de ellos, el más breve, apenas unas 80 páginas, cuyo título era, simplemente Ella. Pensé que sería de otro empalagoso enamorado que ha escrito sobre su amor y bla bla bla. Todos hemos tenido esa época, decidí leerlo el primero para desecharlo cuanto antes. Craso error. Empezaba fuerte, duro. Me confundí al pensar en lo de enamorado. Puede que sí lo haya estado, pero ahora estaba tan roto que sus pedazos cortaban, vaya que si cortaban, lo que leí en ese librito me dejó el corazón sangrando. ¿Cómo se podía querer y odiar a la vez?, era una pregunta estúpida, todo el mundo que haya estado enamorado sabía odiar a la vez, pero... ¿y esa manera de expresarlo? Dejando aparte los sentimientos, la descripción de la chica... no la conocía y ya la quería, y ya la odiaba, y sólo quería conocerla. No todos los libros te hacen sentir algo así, tenía que conocer al genio creador. Que me contase todo, si es que todo no estaba en ese escrito. Y si estaba, quería escucharlo de la boca del escritor, ver su rotura, ver cómo había amado, ver si se había repuesto, verla a ella si era necesario. Sus datos, como solemos pedir en mi editorial, venían adjuntos en el sobre.

     Aquel jueves de no sé qué mes de no sé qué año estaba yo en un bar del centro, no era un jodido Starbucks de esos lllenos de modernos, donde tienes que hipotecar una casa por un café de mierda, era una cafetería normal, donde mis gafas de pasta sólo eran eso, gafas de pasta. Espero que el chico me devuelva los 7 minutos de retraso que lleva. O que al menos, pague los cafés.

     -¿Quería verme?-preguntó.
     -Magnífico. Ella es... hipnotizante. ¿El color de pelo era natural? Si no lo era tampoco pasaba nada. El lunar, ¿era real?, la piel, ese color de piel, seguro que no existe en la vida real. ¿Es cierto que sus ojos eran más brillantes que un faro hablando con la luna en una noche cerrada? ¿cómo algo tan perfecto puede ser tan malo? Y su cuerpo, su figura... ¿acaso el diablo es tan buen artesano?
     -Todo real. Todo. Es, además un sentimiento universal. ¿Ha sentido usted alguna vez algo así? ¿se ha enamorado tanto que lo único que podía hacer era odiar? Pues, ya ve, es eso.
     -Sí, lo he sentido, lo he sentido tanto que de vez en cuando sigo sintiéndolo, eso no se apaga nunca. Lo ha sentido todo el mundo, y si no lo han sentido, lo podrían sentir si leen su...

     Tuve que cerrar la boca. Se abrió la puerta de la cafetería y apareció Ella, yo la vi reflejada en el espejo que tenía delante. Nos miró, nos sonrió, se dio la vuelta y se fue. No iba muy guapa ni muy fea, iba siendo Ella. Pero, ¿su Ella, o mi Ella? Intentamos volver a la realidad.

     -Entonces, ¿van ustedes a publicarme el libro? -preguntó el chico, esperanzado.
     -No -se quedó atónito-. Nadie debe conocerla jamás. Tiene que ser sólo nuestra, o todo el mundo se lanzará a sufrir dulcemente mientras su alma vomita sangre y trozos de corazón, mientras llenan páginas con Ella hasta desnudarla. No. Será sólo nuestra.

     Parpadeé dos o tres veces. Me fui del bar, antes de que pensaran que estoy loco por hablar con mi reflejo en un espejo. Un espejo que sólo me dice que no tengo futuro, que sólo me muestra el pasado, que no me deja avanzar y donde la vi a ella.


lunes, 20 de enero de 2014

Infidelidades Oníricas.

Se nubla la cumbre cuando se suelta la voz
Chocamos los dos y aumenta la lumbre
Calienta despacio lo que enfrían las manos
Y se mezcla el amor con la incertidumbre

Extraño a tu lado aunque caminamos juntos,
Me azota un susurro cuando me estás hablando
Muérete conmigo aunque sea tu amigo
Ya no me queda mundo que ir destrozando

Vivimos tan rápido que apenas vivimos
Queremos tanto que no nos preocupamos
Ni de querernos a nosotros mismos
Y sólo nos queremos cuando lloramos

Aquí en campo santo hecho de tu infinito
No llegan los gritos hasta nuestro cielo alto
Y debajo nuestra sangre que es dulce granate
Formando charquitos donde dar saltos

Te paro y te miro, te agarro y te hablo
Me tiemblan los labios y el mundo es mío
Te paras y me hablas, a fuerzas me abrazas
Yo te lo regalo, sólo es un lugar vacío

Vivimos tan rápido que apenas vivimos
Queremos tanto que no te has preocupado
De querer más allá de lo vivido
Y sólo nos queremos cuando me estás contando...

Qué difícil verte otra vez, tras las infidelidades oníricas
En camas distintas y con la misma piel
Si somos poetas, nunca estamos despiertos
Soñamos nuestros cuerpos y no hay amanecer

Tú y yo, contrarios complementarios
De abrazos y empujones necesarios
Negro claro y luz oscura
Que nuestros pensamientos anulan.


lunes, 13 de enero de 2014

Blanco y Negro.

     Estaba escribiendo versos sueltos de esos que nunca nadie va a leer, tal vez porque son pocos, son cortos, son rimas, son alegres y no están rotos... el caso es que ahí estaba yo cuando me llegó un mensaje. No me quise poner en lo peor, pues para la gente como él, lo peor no es merecido.

     No sabía que después de haber gritado debajo de su ventana íbamos a acabar así. Evidentemente, dejé a medias todo lo que estaba haciendo, me duché y bajé. Ya era invierno, anochecía pronto y además estaba bastante nublado, era la tarde perfecta para que hubiese pasado eso. No quise preguntar, pero había que aclararlo. No hacían falta palabras, pero las hubo, de esas que te caen como cuchillas heladas. No pude hacer otra cosa que abrazarle. Le entendía perfectamente. Yo seguía roto, muy roto, pese a que había pasado ya bastante tiempo, pero entre unas cosas y otras, estaba muy ocupado para superarlo, así que me dedicaba un rato de cada día a pasarlo mal. Pero él, él no, él no era así. Y le admiraba, y le admiraré por ello.

     Es posible que él estuviese más roto que yo, claro, pero él si sabe llevarlo. A él le da el sol de frente, y va hacia él. A mi también me da el sol de frente, pero lo que hago es darme la vuelta para observar si mi sombra me sigue, y ahí está. Él sabe que en esos momentos lo que más ayuda es una sonrisa, y claro, yo se la di, pero es que además, él ya traía una suya puesta, y por eso de mayor quiero volverme pequeño y crecer para ser como él.

     Echamos a andar mientras hablábamos del tema. Era increíble su entereza. Todas las personas deberíamos ser así, pero entonces no habría poetas del dolor. Le dolía, claro, tanto como a mí me sigue doliendo, tanto como que la noche se nos echaba encima. Y era una putada enorme, porque él es buena persona, sin más. No sé si es que no sabe ser malo, o va en contra de su filosofía, de su moral, de su ética o yo qué sé. Pero es mi contrapunto. No digo que yo sea mala persona, pero sí que tiendo más a lo negativo que él, y podría ser peor si no fuese mi amigo, porque a fin de cuentas, si quedamos para ayudarnos, él siempre me ayuda más a mí que yo a él.

     Seguíamos paseando sin saber hacia dónde ir, no nos guiaba el viento, nos guiaban las palabras y los pies. Él ya había sacado el hilo y las agujas y se estaba cosiendo por dentro, porque es así, no le gusta perder un día estando mal, y si lo pierde, no lo sabe nadie, o no quiere que nadie se entere. Y eso en un día. Yo, en meses, como mucho me he puesto algún parche, y ahí vamos, a ratos sonrisas, a ratos recuerdos. Y por eso me gusta que sea mi amigo, por los ratos de sonrisas y los consejos para evitar los recuerdos. No se lo merece, no. Pero son cosas que pasan, y hasta el mejor de los hombres ha bajado al infierno un rato. Espero que no me vea como su infierno, cada vez intento ser menos decadente y depresivo, de vez en cuando lo llevo mejor y sólo me amargo cuando es de noche. Para él siempre es de día, y por eso le doy las gracias por ser la parte blanca de mi lado negro.

     Al final se acabó el paseo y él se fue a luchar sus batallas y yo las mías. Él iba dispuesto a ganar, y yo al menos... había participado en la mía. ¿Ganar?, tengo al campeón conmigo, para la próxima contienda cuento con él.


jueves, 2 de enero de 2014

Amor del sur u otra Pepita Jiménez.

Fui a encontrarme con la Virgen del Carmen
Sin saber que en el sur es fácil enamorarse
Donde el sol nunca se va y no termina de salir
Donde las playas tienen sabor a marfil
Y vi su piel de aceituna y oí su voz con gracejo
No era gitana ni sabía de flamenco
No llevaba vestido de esos de Sevilla
Pero ese lunar y el rojo de sus mejillas...

Si me despierto en el silencio de la noche alta
Y oigo que algún campesino enamorado canta
Al son de su guitarra mal rasgueada, poco delicada
Una copla de fandango o de rondeñas
Ni muy poética ni muy discreta
Allí, me acuerdo de ella

Se truecan sus lágrimas vivas en la romería
En risas de carnavales y disfraces de alegría
Ningún peregrino partió de sus puertos
De palos, de conchas, de su mar revuelto
Que sus piernas morenas son calma pura
De mi alma sin duende que no tiene cura
Hija del sur caliente entre sábanas blancas
A juego con la luna y la noche las pestañas

Si me despierto en el silencio de la noche alta
Y oigo que algún campesino enamorado canta
Al son de su guitarra mal rasgueada, poco delicada
Una copla de fandango o de rondeñas
Ni muy poética ni muy discreta
Allí, me acuerdo de ella

Entre palmas y tacones que no bailan pero besan
Unos labios rojos como sangre en mi pecho de tierra
Yo que quiero estar todas las noches contigo
Cada vez que el sol se deshace en el trigo
Y sólo las estrellas que flotan en el Guadalquivir
Son testigos del romance que no vimos venir
Ni torres de oro, ni alhambras, ni mezquitas
tampoco jardines ni alcázares, sólo tu vida
Tesoro más dulce encontrado en el suelo
Quédate en el sur hasta que se acabe este sueño.