Ese lunes de no sé qué mes de no sé qué año entre en mi despacho, con mi taza de café personalizada con el kraken de los Greyjoy, con las gafas bien sujetas, dispuesto a aventurarme en mundos fantásticos, o seguir en el real, sintiendo, empatizando y esas cosas con personajes que la gente crea. Me llamó la atención uno de ellos, el más breve, apenas unas 80 páginas, cuyo título era, simplemente Ella. Pensé que sería de otro empalagoso enamorado que ha escrito sobre su amor y bla bla bla. Todos hemos tenido esa época, decidí leerlo el primero para desecharlo cuanto antes. Craso error. Empezaba fuerte, duro. Me confundí al pensar en lo de enamorado. Puede que sí lo haya estado, pero ahora estaba tan roto que sus pedazos cortaban, vaya que si cortaban, lo que leí en ese librito me dejó el corazón sangrando. ¿Cómo se podía querer y odiar a la vez?, era una pregunta estúpida, todo el mundo que haya estado enamorado sabía odiar a la vez, pero... ¿y esa manera de expresarlo? Dejando aparte los sentimientos, la descripción de la chica... no la conocía y ya la quería, y ya la odiaba, y sólo quería conocerla. No todos los libros te hacen sentir algo así, tenía que conocer al genio creador. Que me contase todo, si es que todo no estaba en ese escrito. Y si estaba, quería escucharlo de la boca del escritor, ver su rotura, ver cómo había amado, ver si se había repuesto, verla a ella si era necesario. Sus datos, como solemos pedir en mi editorial, venían adjuntos en el sobre.
Aquel jueves de no sé qué mes de no sé qué año estaba yo en un bar del centro, no era un jodido Starbucks de esos lllenos de modernos, donde tienes que hipotecar una casa por un café de mierda, era una cafetería normal, donde mis gafas de pasta sólo eran eso, gafas de pasta. Espero que el chico me devuelva los 7 minutos de retraso que lleva. O que al menos, pague los cafés.
-¿Quería verme?-preguntó.
-Magnífico. Ella es... hipnotizante. ¿El color de pelo era natural? Si no lo era tampoco pasaba nada. El lunar, ¿era real?, la piel, ese color de piel, seguro que no existe en la vida real. ¿Es cierto que sus ojos eran más brillantes que un faro hablando con la luna en una noche cerrada? ¿cómo algo tan perfecto puede ser tan malo? Y su cuerpo, su figura... ¿acaso el diablo es tan buen artesano?
-Todo real. Todo. Es, además un sentimiento universal. ¿Ha sentido usted alguna vez algo así? ¿se ha enamorado tanto que lo único que podía hacer era odiar? Pues, ya ve, es eso.
-Sí, lo he sentido, lo he sentido tanto que de vez en cuando sigo sintiéndolo, eso no se apaga nunca. Lo ha sentido todo el mundo, y si no lo han sentido, lo podrían sentir si leen su...
Tuve que cerrar la boca. Se abrió la puerta de la cafetería y apareció Ella, yo la vi reflejada en el espejo que tenía delante. Nos miró, nos sonrió, se dio la vuelta y se fue. No iba muy guapa ni muy fea, iba siendo Ella. Pero, ¿su Ella, o mi Ella? Intentamos volver a la realidad.
-Entonces, ¿van ustedes a publicarme el libro? -preguntó el chico, esperanzado.
-No -se quedó atónito-. Nadie debe conocerla jamás. Tiene que ser sólo nuestra, o todo el mundo se lanzará a sufrir dulcemente mientras su alma vomita sangre y trozos de corazón, mientras llenan páginas con Ella hasta desnudarla. No. Será sólo nuestra.
Parpadeé dos o tres veces. Me fui del bar, antes de que pensaran que estoy loco por hablar con mi reflejo en un espejo. Un espejo que sólo me dice que no tengo futuro, que sólo me muestra el pasado, que no me deja avanzar y donde la vi a ella.