lunes, 23 de diciembre de 2013

Navidad.

     Se despertó antes de que sonase el despertador, eran las 6:04. Últimamente dormía fatal, la cabeza de Manuel tenía cosas más importantes en que pensar que en el sueño. Facturas y números se acumulaban en su cabeza, haciendo cuentas imposibles para dar de comer a su familia. Su familia que valía más que cualquier riqueza, pero a la que no podía mantener sin parte de la gran riqueza de alguien. Se acercaba, además, la navidad, lo que supondría más gastos extra. A todo esto le estaba dando vueltas en la cabeza cuando se dio cuenta de que ya no se iba a volver a dormir, así que se levantó. Antes de salir del cuarto, echó una mirada a su mujer, Cristina, que dormía plácidamente, arropada hasta arriba en ese invierno que asolaba la ciudad, como todos los diciembres. La despidieron hace poco del trabajo, no era un gran trabajo, era ayudante en el comedor de un colegio, pero empezó a sobrar gente, y ahora engrosa las filas del paro. Al menos era una ayuda más.

     Dejó preparándose un café, y mientras se hacía, se preparó para ir al trabajo. Estaba lloviendo, no sería un buen día sobre el andamio. La cafetera hacía mucho ruido, así que fue a cerrar las puertas de las habitaciones de sus hijas. La mayor, Victoria, acababa de empezar la carrera de derecho, lo que le hacía sentirse orgulloso. Esperaba que le concediesen una beca, si no, no sabía cómo iba a hacer frente a los gastos, matrícula, fotocopias, manuales jurídicos... . Su hija pequeña, Mónica, tenía 6 años, y según ella era la más lista de la clase. Escucharla siempre le hacía sonreír. Se tomó el café y se dirigió al metro.

     Se preguntaba si todas las personas que iban en el metro tenían las mismas preocupaciones que él, o incluso otras, pero preocupaciones al fin y al cabo. El invierno gris deprimía a la gente, y eso que ya había luces de navidad por todos los lados. Anuncios de juguetes atiborraban televisiones y revistas. Un ordenador nuevo para Victoria, Una casa y un coche de Barbie para Mónica, y nada para Cristina, y nada para Manuel. Todo lo que podía conseguir era para sus hijas, para que se levantasen el 6 de enero con ilusión. Eso le recordó que les había prometido decorar la casa este fin de semana. Seguramente todas las personas del vagón tendrían árboles de navidad y familias con las que decorarlo. Eso le animó un poco. Fuera del metro, en la calle, hacía muchísimo frío, con suerte podría llevar los guantes en el andamio. Del forro polar no se iba a deshacer, así que esperaba no sufrir mucho. El mayor impedimento iba a ser la lluvia. Un día como ese, trabajar en la construcción era casi tan horroroso como ser soldado y estar destinado en un lugar donde hay guerra. Gotas como balas, frío como ondas expansivas. Pitidos de coches como gritos de gente a punto de morir... . Pero tenía trabajo en una época en la que es casi una bendición tenerlo, y también tenía una familia con la que había sido bendecido. Todo es por ellos.

     …

     Cristina movía los muebles para poder limpiar a fondo. Con tanto tiempo libre, era lo único que podía hacer, dejar la casa reluciente. De vez en cuando paraba y miraba por la ventana. Pensaba en lo que debía estar sufriendo su marido, a nosecuantos metros de altura, con ese frio y esa lluvia terrible, mientras ella estaba en casa, con una estufa que le hacía más soportable el hecho de estar encerrada. Cuando terminaba de limpiar, se conectaba a internet para buscar trabajo, a enviar correos y currículos, con poco o ningún resultado. Realmente son tiempos difíciles.

     Sonó el teléfono.

     -¿Diga?
     -...

     Se le cayó el teléfono al suelo. No supo qué hacer. Nadie está preparado para estas cosas. Sólo pudo llorar y pensar. ¿De verdad iba algo o alguien permitir que una buena familia se quedase huérfana de sustento? ¿De verdad se puede llevar la vida de un hombre honrado, joven, que lo único que hacía era trabajar por el bien de su familia? ¿Por qué el mundo a veces es tan pequeño que te aprieta el pecho? ¿Por qué se tuvo que subir Manuel a ese andamio que resbalaba tanto por la maldita lluvia? ¿Por qué estas no iban a ser unas felices navidades? ¿Por qué?




PD: He vuelto. Antes que nada, desearos a los que os pasáis por aquí unas felices fiestas, un feliz año nuevo y esas cosas. También quería deciros que aunque esta entrada no es muy feliz, es muy... en la línea de siempre, volverán los textos alegres, si es que alguna vez estuvieron aquí. En el 2014 nos veremos con infidelidades oníricas, amores del sur, más amores en época de reconquista, puede que Máximo vuelva, con historias del rock y sobre todo, con mucho sentimiento, Un abrazo.