jueves, 25 de diciembre de 2014

La pasajera.

     Había turbulencias. Sabíamos que íbamos a atravesar una tormenta, pero a los pasajeros nos importaba poco. El avión era el medio de transporte más seguro, o eso decían. Y todo parecía más tranquilo cuando veías las impresionantes piernas de la azafata acercarse para ofrecerte una copa. Me había tocado ventanilla, así que tenía primer plano de relámpagos. Me puse a escribir tonterías en una libreta. Una sacudida me volcó la copa e hizo que se encendiesen las luces de abrocharse el cinturón. Aún así estaba tranquilo. No podía decir lo mismo de un niño pequeño que estaba un par de asientos delante, que había empezado a llorar. Un trueno que sonó como si partiese el avión por la mitad hizo que llorase aún más.

     Quería otra copa, y ninguna azafata estaba disponible. Imaginé que estarían sentadas y bien amarradas, para que una de las fuertes sacudidas no las hiciese caer en medio del pasillo. Hubo entonces un relámpago impresionante. Me cegó, tal vez por estar junto a la ventanilla. Cuando volví a ver, me llevé una terrible sorpresa. El resto de pasajeros había desaparecido. Todos los asientos vacíos. No había nadie en el avión, supuse que ni pilotos, aunque el avión por el momento no estaba cayendo en picado. No había nadie excepto una chica, parada de pie en mitad del avión. Alta, morena, paliducha, delgada, con los ojos enormes y marrones. No era especialmente guapa. Me sonrió, nada extrañada por la situación. Hubo otro relámpago enorme y el trueno sonó milésimas después. Entonces la chica desapareció y volvieron a aparecer mis desconocidos compañeros de vuelo.

     -¿Qué ha pasado? -grité, pero nadie me contestó, y me miraban raro.
     -¿Dónde ha estado usted? -me preguntó el tipo que tenía al lado sentado.
     -Yo he estado aquí, los que habéis desaparecido habéis sido vosotros.

     Una azafata de piernas infinitas se me acercó. Me iba a decir algo cuando un rayo sacudió el avión, haciendo otra vez que todos desapareciesen, y con el sonido del trueno volvió a aparecer la chica morena.

     -¿Quién eres? -pregunté.
     -Me llamo Alma. ¿Y tú? ¿Qué haces aquí? ¿De dónde vienes?
     -¡No!, ¿de dónde vienes tú? ¿dónde están mis compañeros de vuelo?
     -Yo estoy en mi avión -y se rió.

     Me levanté y fui al servicio. No sé si las turbulencias estaban fuera del avión o dentro de mi cabeza. Me lavé la cara y me miré en el espejo. Me pregunté si el tío que había al otro lado estaba en su avión. Fuera, la tormenta seguía, así que salí a hacerle frente. Me encontré en el primer vuelo, con mis primeros compañeros y sin chica morena. Volví a mi asiento, notando las miradas de todos en mí. Antes de llegar a sentarme, la azafata que me iba a hablar antes se me volvió a acercar.

     -Señor, no puede volver a su asiento. Será usted retenido junto a la cabina del piloto hasta que lleguemos al destino. Acompáñeme, por favor.
     -¿Qué dice? ¿por qué no puedo volver? -le pregunté indignado. Miré hacia mi asiento y vi, con gran sorpresa, que no estaba libre. La chica morena del otro avión estaba allí.
     -Ella es la verdadera pasajera. Hemos comprobado la lista de pasajeros y su nombre figuraba, al contrario que el suyo. Así que tendrá usted que explicar muchas cosas.
     -¡No puede ser! ¡Tengo el billete, mire, mi nombre, el vuelo y el asiento! -y se lo mostré. Estaba pasando de la indignación al enfado.
     -Exacto, es su nombre -me comunicó ella, sonriente-, también es su asiento, pero ese vuelo que usted tiene ahí no existe, es más, faltan como... meses para la fecha de su supuesto vuelo, mírelo. Ahora, acompáñeme por favor.

     No supe qué hacer, lo comprobé, no vi nada extraño en la fecha. Un hombre se levantó y dijo que si había algún problema, que era policía. Yo pensé que eso era una casualidad que sólo pasaba en las películas. Decidí no montar un numerito y seguí a la azafata. Me dieron un asiento nuevo, donde se solían sentar ellas. ¿Qué pasaba? No entendía nada.

     -Llegaremos en dos horas -dijo la azafata-, no se mueva de aquí. Tenga, por si se aburre -y me tendió un periódico. Al menos no me trataban como a un delincuente. Todo era rarísimo. Me puse a leer.

La científica Alma Heisenberg ha hecho importantes avances en el estudio científico de los mundos paralelos o mundos múltiples. Afirma, aunque aún carece de pruebas fiables, que estos supuestos mundos existen y que es posible que algunos están ocupando el mismo espacio que la Tierra. “Podríamos llamarlos así como Tierra2, Tierra3, Tierra4... Y también es posible que debido a diversos factores se pudieran abrir brechas en el espacio, no necesariamente en el tiempo, y producirse así una confluencia entre dos o más mundos, pudiendo generarse así un caos que...”

     Miré la fecha del periódico.

     -Señorita, ¿el periódico es de hoy? -pregunté a una azafata desconcertado.
     -Si, señor.

     No podía ser. Era de hace tres meses.