viernes, 22 de junio de 2012

Uno.


Te compro las noches libres que te quedan
Para irnos a jugar a los bordes de las aceras
Que están llenas de bajadas y precipicios
Donde se caen los días de lunes a domingo
Esperando poder ahogarse en un canalón
Se escapa entre las manos cual barco de cartón


Vamos a tirarnos de cabeza desde la luna
Si no me caigo contigo no es con ninguna
Que sólo tú me dejas mudo sin palabras
Por eso cuando me besas no digo nada
Pero mírame a los ojos para ver el brillo
Que prende la mecha derritiendo cirios


Puedo ponerme solemne y maldecir
A los cuatro vientos que te despeinaron
Que pensaban que no volverías a ser feliz
Hasta que llegó el bochorno de mis labios


La SELVA de dedos de tus manos y tus pies
Enredan más que las agujas de tejer
Noche tras noche hasta que nos comen
Sin saber ni cómo voy ni adónde
Que la alborada empieza ya a rechinar
Doblando las esquinas de tu caminar


Que gracias a tus pies mi mapa tiene camino
Antes de llegar, yo era un punto perdido
Una mota de polvo que mancha la tinta
Que no sabía escribir, sólo se entretenía
Igual que al tender sus letras oxidadas
En cuerdas raídas que ahorcan arañas


Puedo ponerme solemne y maldecir
A los cuatro vientos que te despeinaron
Que pensaban que no volverías a ser feliz
Hasta que llegó el bochorno de mis labios


Se marchan ya los mirlos volando como tú
Gracias a mi eres libre en el cielo azul
Se han corrido las migrañas por el sumidero
Que no hacían juego con tu mundo bueno
En el que no hace falta leña para hoguera
Basta con el frotar de nuestras piernas


Chispas y chiribitas sobre hojas secas
Un mar de agua dulce regando macetas
Que tu llorar no es de tristeza, es alegría
Por uno que sabe de gustar más cada día
Que sabe de besar, que sabe de tu vera
Que no tiene otoños, sólo primaveras


Puedo ponerme solemne y maldecir
A los cuatro vientos que te despeinaron
Que pensaban que no volverías a ser feliz
Hasta que llegó el bochorno de mis labios
Por mí, por ti y por todos se pueden morir
Y bajo los cipreses enterrarlos
Nosotros nos dedicaremos a vivir
Sin ellos, riendo, entre naranjos


Puedo ponerme solemne y alabar
Al gallo que saluda a las madrugadas
Porque es verte a mi lado al despertar
Y saber que sin ti, los besos me saben a nada.

jueves, 14 de junio de 2012

Llamadme Caín.


     Tiene gracia. Un nombre bíblico para mí. Más gracia tiene mi historia. Casualmente estoy paseando por el exilio, y hay un lugar parecido en el que los fortuitos hechos acontecieron. Imaginad una llanura, vacía, con el suelo grisáceo. Unas cuantas rocas y montañas. Típico, ¿verdad? Y... ¿qué hago en el exilio? No quiero ser encontrado. Es como si me hubiesen echado, pero me fui por decisión propia. Matas a un hombre, y ya te condenan. Ese hombre lo merecía.

     Era un desierto como este. Había una carretera, y unos postes de luz. ¿Qué pinto yo andando por ahí? Que más da... uno se pone a caminar y ya está. No hacía ni frío ni calor. No había viento. No era de día ni de noche. Era como si a la nada le hubiesen otorgado un paisaje. Y ahí estaba yo, supuestamente feliz, paseando...

- ¡Oiga!


     Escuché que alguien me llamaba. Era un tipejo algo desagradable. Vaya pintas tenía, se había dejado la elegancia debajo de las mantas, en el armario de su madre... si tenía madre, claro, porque yo le hubiese repudiado hasta el fin. Vaya pelos, vaya barbas...

- No quiero sus piojos, gracias -le contesté con amabilidad.
- Gracioso a la par que prejuicioso -y me miró mal.
- Con esas pintas de Jesucristo lo pones fácil... En fin, ¿puedo ayudarte en algo? Daría tu mano por que la respuesta fuese no.
- Pues verá, pese a las pintas, soy buena persona, y me dirijo a un pueblo de aquí al lado. Son bastante pobres y les llevo todo tipo de recursos. ¿Me ayudaría a llevarlos?
- No tengo la costumbre de ser buena persona, pero por un día haré una excepción, amable y generoso personajillo.


     El tipo sabía que le estaba ayudando de mala gana, pero lo que importaba era que lo estaba haciendo. Me estaba dejando la espalda llevando enormes cajas. El tío debía estar sudando con esa cazadora de cuero, seguramente falso, puesta. Lo cual explicaría su desagradable olor...

- Ya estamos llegando.
- Genial, puede que haya una peluquería abierta, te vendría bien.

     Pero no pude seguir insultándole. Un grupo de personas, seguramente sin olfato ni vista, fue corriendo a abrazarle y a darle las gracias. Yo he ido con él, y no he recibido ni una mirada. Por eso no suelo ser buena persona. Me empecé a ir.

- ¡Eh!, gracias por la ayuda, me llamo Abel -y me extendió la mano.
- Psé... Caín. Imagino que ya sabes cómo termina todo esto. Y aparta tu sucia mano.

     Era tarde ya, y estaba volviendo por donde había venido, cuando la mierda me llegó a la suela de los talones, literalmente.
- Anda que esperas, Caín.
- Supuse que estabas ocupado recibiendo halagos.
- Esa gente es idiota. Les tengo cuando quiero. Sé que haga lo que haga, un día volverán a mí, y todo porque les di lo que necesitaban. Lo que es el mundo...
- ¿Qué ganas con eso?
- Diversión. Reconocimiento. Me siento especial.
- ¿Sabes por qué yo soy especial? Porque no necesito a nadie que me lo haga ver.

     Y tal como suele suceder entre la gente que se llama así. Y porque yo soy el primero y Abel será el segundo. Y porque nunca nadie sabe el verdadero motivo, hasta que yo os lo he contado, maté a Abel. Simplemente me agaché y cogí una piedra y le golpeé la cabeza. Le tumbé, pero no le dejé inconsciente. Mejor, así sabría disfrutar del sabor de la punta de mis zapatos. Tan caros que hasta me daba pena que se manchasen con sangre de cerdo. Le pisé todas las partes del cuerpo que pude. Los crujidos de sus huesos eran la música que seguía, sólo fastidiada por los quejidos lastimeros del hombrecillo infecto.

- Llora, llora Abel. Porque ni tú, ni nadie podrá separarme de lo que tengo. De mi vida, de mi humanidad. Y dan igual todas las acciones que escojas hacer. Da igual que creas que lo sabes todo. Porque un día, y ese día ya ha llegado, alguien, y ese alguien soy yo, sabrá de qué vas. Y tu castigo es la sangre y la muerte. Porque nadie, salvo yo, es bueno para la gente, para ella, salvo yo, que en mi encanto tengo el no usarla y el no hacerle daño.

     Y así es amigos, Abel está bien muerto. No me lo agradezcáis, pues no sabéis lo que pasó. Yo por si acaso, huyo, y luego que escriban libros diciendo que yo soy el malo.

sábado, 9 de junio de 2012

La cruz. (ft Héroes del Silencio)


Llevo un crucifijo y dime
Si a los tres días volveré
Qué pasa si dejo de seguirte
En el infierno se está bien


No soy un triste borrego
De tu gran rebaño, oh pastor
No me interesa tu cielo
De ese que hablas en sermón


Y si eres tan bueno, dime
Qué hace tu hijo en la cruz
¿No escuchas cómo gime?
Salvarle no es tu virtud


Y no hay oración
Capaz de decidir por mí
Oh señor, no queda otra opción
Y jamás me vuelvo a arrepentir


Predicas vistiendo de oro
Hay que ayudar al pobre
Pero yo me lo guardo todo
Dale tú, tus monedas de cobre


Cómo van esas fiestas privadas
Con comida y alcohol en exceso
Con vírgenes secuestradas
No dejáis ni los huesos


Nunca podré saber si la cruz es salvación!!!!!!