lunes, 23 de noviembre de 2015

Pampampam

A veces estás tan lejos
que puedo verte donde
se juntan la ciudad y el cielo.
Pero entonces te acercas,
llegas y me rompes,
no soy más que tierra.
Y todavía no sé
cuándo dueles más
(pampampam).
No quiero saber
si te va bien o mal
(pampampam).
A veces estás tan alto
que puedo verte caer
mientras me guardo las manos.
A veces estás tan hundida
como las huellas de ayer
y el alma de quien las seguía.
Y todavía no sé
si puedes doler más
(pampampam).
Ven que quiero saber
si te va bien o mal
(pampampam).
Vamos a despertar
a ver si ya no estás
y deja de sonar
esta canción
(pampampam).

Hace tiempo que acabó.


domingo, 15 de noviembre de 2015

La carta

     Querida desconocida:

     Si estás leyendo esto en un blog, lo siento, no tuve el ánimo suficiente como para escribirlo en un papel en el que seguramente se hubiese corrido la tinta pero que quedaría más personal. El mundo se ha vuelto loco, y nosotros con él. La gente se está matando y nosotros también. No quería que esto ocurriese así, mi intención no era para nada esta. Conocer a alguien y no saber cómo puede acabar, supongo que eso es lo que nos hace humanos. ¿Sabes lo que define también a la humanidad? los sentimientos. Uno empieza sintiendo una cosa, se la transmite al otro, y al final todo es un cúmulo de sentimientos que se traducen en horas desnudos en una cama o vestidos en la calle, parados junto a un semáforo en rojo, besándonos, parando sólo para ver en qué banco de qué parque nos vamos a sentar a seguir compartiendo saliva. Así se empieza, y lo siguiente que te preguntas es que hasta cuándo va a durar esto.

     Somos lo suficientemente maduros como para saber que el amor no es lo nuestro y que esto no va a terminar bien. Eso no quiere decir que no sea bonito y que no estemos aprovechando el tiempo, lo estamos aprovechando perdiéndolo de una manera útil. No es que nos estemos matando, es que cuando te vas, me doy cuenta de que ya estoy muerto, y siento si te estoy matando. Me gustaría poder darte una historia bonita, con un final feliz, pero sabemos que eso nunca va a pasar, ni contigo ni con nadie, y ojalá me equivoque. Tengo el pequeño defecto de haber tenido una historia que normalmente trato de obviar pero que no puedo. No fue una historia bonita, supongo, pero lo que si que es seguro es que no tuvo un final feliz. Y vaya, si nunca he tenido un final feliz... ¿cómo voy a poder dar uno a una persona? Si no sé cómo es que las cosas acaben bien, ¿cómo voy a terminar bien con alguien? A veces nos dejamos llevar y tenemos que esperar a que el tiempo lo arregle todo, u otras personas. Tal vez seamos los indicados para enseñarnos el uno al otro lo que es un final feliz, tal vez tengamos que aprender solos, juntos, separados.

     También puede ser que los finales felices no existan para nosotros. La verdad, no lo voy buscando. Tú tampoco. Y si lo quisieras, es probable que no sea el escritor que ponga la palabra “fin” a tu búsqueda. Puede que sea pesimista, pero alguien me enseñó que nada del corazón es eterno. Lo siento.

     En parte tuyo.

     X





miércoles, 11 de noviembre de 2015

La Petite Mort

Queríamos cambiar el mundo
pero no pudimos. Yo no lo intenté,
tú sólo me besaste, y en un segundo
vimos que lo hiciste amanecer.

Dejaste de darme de beber
al no besarme. ¿Y la saliva?
Te la llevaste y me sequé,
al acercarte me diste la vida.

Después de aquella pequeña muerte,
todo había mejorado.
Sólo necesité tenerte a mi lado.
Esa explosión de bocas y suerte
trajo todo el morado
y lenguas con sentimientos inocentes.

Tuve que morir para hacerlo mejor,
y lo haría otra vez por ti,
así que sigue soltando besos de amor
y hagamos de nosotros un mundo feliz.

Rompamos las flechas y las cadenas
que ya no hay quien nos mate,
queramos menos con la cabeza
y más con lo que late.

Después de aquella pequeña muerte,
teníamos todo el tiempo,
nos fallaron los miedos.
Esa explosión de bocas y suerte
enredó nuestros cabellos
y nuestros cuerpos siguieron la corriente.

Que todo sea tan bueno,
que no estemos muertos,
que sea sólo un sueño,
y cuando despertemos
vuélveme a besar/matar.