Sigues en vena y no sé cómo sacarte,
los girasoles no saben cómo mirarte.
Si el tiempo es oro, con el brillo de tus ojos
me haré un reloj que voy a dejar parado
en el segundo exacto en el que nos miramos.
Sigues en vena y yo estaba volando,
y tú un cazador que busca presa en mayo.
Si sigue lloviendo azoto a dentelladas
un fuego caliente que turbe la simiente
que salió al frotar tus alas de hada.
Deja el zaherir para la hora de morir,
cuando no me importe tu desespero.
Cúcame una miradita que avive el brasero,
que no tengo tobillo para tanto rescoldo,
ararlo que tengo que plantar besos rotos.
Sigues en vena y qué coño haces ahí,
que ha llegado el otoño y tú, florido pensil.
Le pedí al prelado que se guarde su limosna
y que me echen en el saco un poco de tu ropa.
Zahorí en tu cuerpo no encontré ni un sentimiento.
Sigues en vena y me estás matando.
Soy el mentiroso al que cogen, que voy cojeando.
El que agacha la cabeza con la luna,
no me pongo la careta para irme con alguna,
aunque la vea en una espalda no levanto faldas.
Deja el no querer para la hora de después,
cuando no me importe el desperdicio.
Que no yerro moral, que soy todo vicio,
que no tengo cama para tanta pesadilla,
cuéntale tú a mi almohada el porqué de tus prisas.
Sigues en vena y me haces sangrar poesía.
Evito las heridas para no chorrear algarabías.
De este cuento asilvestrado hay escenas de teatro,
las palabras son astillas de las tablas de escenario,
con la voz resentida por gritarte desvestida.
Sigues en vena y no te terminas nunca.
Tu lengua lanceolada, mis ojos en tu nuca.
Eres el tedio que acompaña a mi camino
de escaleras y baches, bandoleros zainos,
mirando de soslayo, en ti distraído.
Deja el trasnochar para la hora de acabar
y no me des envidias de tu suerte
que bastante tengo con mi muerte.
Estoy crucificado, si te fijas, en tus brazos.
Para mi desgracia no haces más que doblarlos.
Y déjame olvidarme de ti
que quiero que un día amanezca
con giralunas azules y oxidadas veletas.,
Que no me llueva aunque alguien ponga sol
y quiero gritarte al oído que todo se terminó.
Idiota.
"¿Con cuánto se inunda un oasis de preguntas? Sumame dos de amor, y quítame los besos que dí sin corazón."
ResponderEliminar"Y los lunares que te cuento, son los cuentos que me invento. Pero tengo el infinito y más en tu verbo infinitivo e imperfecto."
Esto, lo tuyo y otras cosas que me inspiran...