- Joder, somos jóvenes, guapos, idiotas. Estamos hechos para probarnos y desperdiciarnos después hasta que nos empecemos a echar de menos.
- A mí me pareces gilipollas.
No sabe qué le dolió más, si las palabras o el guantazo que le dio. Ha vuelto a pasar. Ahí estaba él, aferrado a ese hierro candente que lleva su nombre. Duelen más las ampollas que deja que en el momento de agarrarlo.
- Pero es que eres tan…
- Y tú tan pesado. ¿No tienes otra cosa en la que pensar?
- ¿Y en qué puedo pensar? A ver, en el pasado no, porque más que pensar sería lamentar porque no hayas aparecido antes. ¿En el presente? En ello estoy, estás aquí –la miró, sonrió, encendió un cigarrillo y volvió a sonreír.
- ¿Y el futuro?
- Si pienso ahora en el futuro, ¿Cuándo vivo el presente? El presente está para que se gaste contigo, y ya veremos si se crea un futuro o no.
- Más que gastarlo conmigo lo estás malgastando.
Y ella cogió su presente, lo hizo una pelota que ya quisiera ser de papel para quemarse rápido, y se puso a jugar con él. Con cada golpe quería que se olvidase de ella. Que viviese. Pero él no tenía más vida que ella, su queridísima furcia estúpida, gilipollas, tonta, presuntuosa, increíble, genial. Ella.
- Para ser sinceros, yo me había olvidado de ti.
- Pues no se nota.
- Bueno –y la sonrisa seguía en su cara-, todos tenemos una forma, o al menos nosotros dos, de jodernos la vida poco a poco. Debo decirte que sigues en vena.
- Habrá que terminar con eso, y yo sin mis tacones de aguja.
- Da igual, te pongas lo que te pongas estás perfecta para hacerme daño. Te has saltado la parte de probarnos y has saltado a la…
- Espera, espera –y ahora sonreía ella-, no me he saltado nada. Lo bueno, si breve, dos veces bueno.
- Eso casi se considera desperdicio. Yo ya estoy en la fase de echarte de menos.
El cajón de su mesilla si echaría de menos las balas. La cabeza de él, no.
- ¿Desde cuando fumas? En tu sangre sólo veo nicotina, de mí, ni rastro.
So perfect.
ResponderEliminarEs de lo mejor que leo últimamente!
Y además muy de mi rollo, pequeñas sonrisas se dibujaban en mi cara, sí las mujeres a veces somos así, así de punzantes y tiernas al mismo tiempo... En fin... Excelente!
Como no sabía muy bien dónde ponerte esto, he elegido este medio ya qué es por aquí por donde yo misma he empezado. No sé si te molesta, supongo que sí leyendo tus Tweets, que te comente, lo hago como anónima porque obviamente no me conoces y sería ridículo ponerte mi nombre... Aunque es así como lo veo yo...
ResponderEliminarNo es un ataque! Y el fragmento sigue siendo perfecto. Seguiré leyéndote.