Tengo sed y tu cuerpo es agua, gotea de mis dedos
la miel de tus entrañas saliendo de la piel hacia dentro.
Yo era invisible y aún así estabas a mi lado,
¡qué bonito desvestirte! ¡ay, qué feo es pensarlo!
He dejado escrito con las letras de tu nombre
ese hueco donde vivimos en la línea del horizonte
donde se juntan el cielo y el mar
y no sé si nadar o volar.
Tengo anhelo y tu cuerpo es deseo, rezuman de mi boca
tus bragas quedando bien en el suelo y el baile de ajorcas.
Si el mundo fuese música, tú serías todas las canciones;
si tú fueses la única, serías la dueña de mis emociones.
Y respira tranquila que no me olvido de soñar
si me miras con tus ojos y este fino cristal
que separa los dioses de los hombres
y no sabe si romperse o que tú me destroces.
Voy a separarme un ratito de mí mismo
para contar las respiraciones
que caben entre mi frente y tu ombligo.
Voy a abrazarme tan fuerte a tu piel
que pasarán las estaciones
y como la luna y el sol, yo siempre estaré.
Tengo sueño y tu cuerpo es yacija, he pintado con carbón
el vuelo de tu ropa de mentira para que ensucie el colchón.
Yo me invento todas tus sombras, los lunares y los planetas,
que en tu espalda rompen olas de este viaje de prendas.
He acariciado en silencio sin la voz tus piernas
por darle algo de sentido al grito que te espera
al acostarte y ni te imaginas
que yo digo todo mientras sigues vestida.
Voy a separarme un ratito de mí mismo
para seguir la corriente de aire
que me lleve a estar contigo.
Y voy a abrazarme tan fuerte a tu piel
que no tendrán que sujetarme
si a un huracán de realidad le diese por volver.
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